DOS MIRADAS

Las habitaciones de la intemperie

Una empleada doméstica limpia el baño de una vivienda en Figueres

Una empleada doméstica limpia el baño de una vivienda en Figueres / periodico

Emma Riverola

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Basta el ejercicio de curiosear en algún portal inmobiliario, seleccionar pisos lujosos e ir pasando las imágenes de las estancias. A menudo, entre la ostentación y el diseño, surge la vergüenza. Un habitáculo ridículo, con un catre maltrecho, sin apenas ventilación ni espacio ni la mínima concesión al bienestar. Un dormitorio que parece poblado de ortigas, de espinas de cardo, de viento con polvo, de frío de escarcha... La habitación de quien no importa, de nadie.

Un nadie que son muchos. Muchas. Que limpian, cocinan, lavan la ropa o planchan. Que cuidan a los niños, a los mayores, a los que tienen problemas de movilidad. Mujeres condenadas a la invisibilidad por una ley de extranjería injusta, mientras un Estado de bienestar maltrecho las explota para zurcir sus costurones. Somos todos los que las maltratamos con la complicidad de nuestros votos. Somos todos los que permitimos su sueldo de miseria, sus jornadas inacabables y su desesperanza.

La cuenta atrás para el 8-M ya ha empezado. La lucha feminista también es la lucha contra el egoísmo estructural que engendra las habitaciones de la intemperie.