La atención de la sanidad pública

Cuando los políticos se convierten en pacientes

Está muy bien que políticos y personajes públicos pasen por hospitales y consultas, que se tumben en la camilla y vean las cosas desde otra perspectiva. Que experimenten en su propia piel y sobre todo que lo cuenten

Xavier Trias

Xavier Trias / periodico

Eva Arderius

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Hace unos días, en una entrevista en Betevé el exalcalde Xavier Trias me contaba el tratamiento al que se ha sometido para eliminar el temblor, de momento, de su mano derecha. Desde los 16 años sufría temblor intencional y esta dolencia ya no le permitía ni escribir ni coger un vaso de agua con seguridad. Era, dice él mismo, invalidante. Trias se ha hecho este tratamiento con ultrasonidos en una clínica privada y aprovechó la entrevista para reivindicar que terapias como esta tengan cobertura pública. Decía: “La sanidad pública tendría que ser capaz de dar esta prestación porque hay más gente de la que nos pensamos que tiene este problema. Cuando una cosa llega al extremo de ser invalidante no es un lujo”. Trias fue 'conseller' de Salut. Así que sus palabras, ahora como paciente, tienen relevancia y tendrían que hacer pensar a los que mandan.

La alcaldesa Ada Colau también se convirtió, recientemente, en paciente y sufrió en su propia piel las limitaciones de la atención pública. En diciembre, Colau se operó de una hernia provocada por su segundo embarazo y aprovechó para pedir que la sanidad pública cuide más a las mujeres después de parir. Ahora, decía la alcaldesa, si no hay riesgo para la madre la Administración se desentiende. Colau contaba que la hernia que tenía y que le deformaba la barriga no era solo una cuestión estética, que también, sino que le provocaba dolor, le condicionaba la vida y la autoestima.

Colau y Trias no son las únicas voces que estos días han pedido revisar la atención que da la sanidad pública. La actriz y directora de cine Leticia Dolera explicaba en una entrevista en TVE que había ido a terapia y hacía un llamamiento para que la Seguridad Social diera más cobertura a la salud mental. Las visitas al psicólogo tampoco son un lujo. Como tampoco lo es ir al dentista. De esto todavía no se ha quejado ningún personaje público, que yo sepa, pero es el caso más grave, más evidente y que afecta a más gente. El sistema público se queda muy corto. Tanto, que incluso el Ayuntamiento de Barcelona intentará ponerle remedio y en el 2021 prevé abrir el primer dentista municipal, a pesar de la incomprensible oposición del Col·legi d’Odontòlegs. De hecho, ahora ya se está dando servicio a las persones vulnerables. Hay barceloneses que hace 10 años que no han pisado la consulta de un dentista. Lo saben muy bien las entidades que hace tiempo que intentan cubrir esta necesidad. Los precios de algunos tratamientos obligan a muchas personas, no hace falta que sean extremadamente pobres, a ir sin algún diente con los problemas sociales y de salud que esto conlleva: evitar reír, problemas estomacales, dificultades para encontrar trabajo y baja autoestima.

Por eso es importante el testimonio de Trias, Colau y Dolera, porque ayuda a abrir un debate. Está muy bien que los políticos y los personajes públicos pasen por los hospitales y las consultas, que se tumben en la camilla y que vean las cosas desde otra perspectiva. Que experimenten en su propia piel y sobre todo que lo cuenten. Es un gesto de transparencia y de empatía. Es la mejor manera de dar voz a los que no la tienen.