El mito del 'no muerto'

En compañía de Drácula

No es de extrañar este interés nuestro por los vampiros. Su aspiración a la eterna juventud es la nuestra, también más viva que nunca

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Care Santos

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Paso en Madrid una tarde estupenda en compañía de vampiros. Se acaba de inaugurar en Caixafòrum una exposición dedicada al mito del 'no muerto' o el chupasangres, que va de Vlad Tepes a 'Crepúsculo', del feo Nosferatu de Murnau al guapo y casi adolescente Brad Pitt de 'Entrevista con el vampiro', de vampiras hembra -el linaje de la Carmilla de Le Fanu- a vampiros políticos. Es un paseo de lo más divertido, en el que se evidencia lo atractivo del mito, sí, pero también la vigencia de nuestras obsesiones.

La culpa de casi todo la tiene Bram Stoker, el creador de <strong>Drácula</strong>. En Rumanía, de donde se supone que surgen las leyendas vampíricas que le inspiraron, incluida la vida del héroe nacional Vlad Tepes, no le tienen mucha simpatía. Stoker nunca estuvo en el país y para escribir se documentó en la British Library. Situó a Drácula en un lugar que para la civilizada Londres sonaba a salvaje y remoto: Transilvania. Lo demás, lo tomó de William Polidori, padre literario del primer vampiro dandi, y de las leyendas ancestrales centroeuropeas donde los vampiros eran ratas con alas. Tal vez vulgares murciélagos.

Una vez dormí en un hotel cercano al pueblo rumano de Brasov que estaba decorado como si fuera el castillo del maléfico conde. En las toallas se leía el nombre del personaje de Stoker. En la calle vendían estacas de madera con la punta muy afilada y tazas con la cara de Christopher Lee. El supuesto castillo real de Drácula es una de las mayores atracciones turísticas rumanas gracias a -paradojas de la vida- aquel señor que nunca estuvo allí y a una novela que se publicó hace 123 años.

De modo que Drácula está más vivo que nunca. De hecho, la BBC y Netflix acaban de estrenar la enésima adaptación de la novela en tres capítulos, bajo dirección de Mark Gattis y Steven Moffat. No es de extrañar este interés nuestro por Drácula, por los vampiros. Su aspiración a la eterna juventud es la nuestra, también más viva que nunca. Varía el método, pero solo porque la industria cosmética o la de los superalimentos no se atrevería a recomendarnos la succión de sangre fresca. O eso espero.