MIRADOR

La telaraña del 'procés'

Ni el Gobierno ni los poderes del Estado deberían bajar la guardia porque la telaraña del secesionismo sigue intacta con el dinero de todos los catalanes

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Joaquim Coll

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Antes de que se reúna este miércoles la mesa de negociación, Pedro Sánchez haría bien en encargar a su equipo un extenso resumen del magnífico libro de Juan Pablo CardenalLa telaraña. La trama exterior del procés (Ariel, 2020). Se trata de un documentado trabajo en el que este periodista experto en relaciones internacionales evidencia con mucho detalle la conexión entre las distintas unidades de la Generalitat y Diplocat con instituciones e individuos que, en Catalunya y en el extranjero, han formado parte de lo que el autor denomina "la teleraña del procés". Una sofisticada maquinaria cuyo fin fue promover la secesión ilegal gracias a una generosa financiación pública, es decir, con el dinero de todos. Alguien objetará que el fin podía ser ilegal pero no ilegítimo, lo cual es falso ya que la política secesionista es profundamente inmoral. 

Primero, porque carece de base democrática. La ruptura nunca debió plantarse con la mitad de los catalanes en contra. Ahora en ERC lo reconocen a medias y llaman a ensanchar la base pero la unilateralidad ha sido su hoja de ruta hasta hace poco. ¿Pedirán Oriol Junqueras o Pere Aragonès perdón por el atropello del 6 y 7 de septiembre? 

Segundo, porque se gastaron –y siguen haciéndolo– un auténtico porrón de dinero público pese a perseguir algo ilegal e ilegítimo. Cardenal cifra en más de 400 millones hasta 2017 solo en acción exterior. Pero los recursos destinados a la agitación en Catalunya son incontables porque se funden con la acción misma del Govern desde Artur Mas hasta Quim Torra. Echen cuentas de lo que destinan a sus poderosos medios de propaganda y a regar con subvenciones todo lo que es útil para su causa. Es un dinero que se detrae de las auténticas necesidades ciudadanas, particularmente reprochable en unos años de recortes sociales en sanidad, educación, pobreza infantil, etc. 

Una auditoria de todo lo gastado con dinero público para promover el secesionismo situaría la cifra en miles de millones a lo largo de todos estos años. Así pues, una inmoralidad política de primer orden para satisfacer un deseo identitario.

El diálogo

Todo eso no impugna la conveniencia del diálogo con los separatistas. De entrada porque no hay otra alternativa para sacar adelante la legislatura y también porque hablar puede abrir un nuevo escenario. Ahora bien, Sánchez y el PSOE no deberían hacerse ilusiones. El separatismo sigue tejiendo su telaraña para cuando surja otra nueva oportunidad. Que en ERC se muestren ahora pragmáticos después de haber empujado hacia arriba la subasta en su duelo con los neoconvergentes no los convierte en moderados. 

La fase del diálogo puede estar bien si logra que aquellos catalanes que se han hecho independentistas al calor del ‘procés’ escuchen otros argumentos y cambien de opción electoral, pero probablemente se esté solo ganando tiempo. 

Ni el Gobierno ni los poderes del Estado deberían bajar la guardia porque la telaraña del secesionismo sigue intacta con el dinero de todos los catalanes. Háganse un favor, lean el libro de Cardenal. Ignorar la realidad es peor que un error, es una estupidez.