LA CLAVE

Un viento de Bulgaria

La historia se repite sin ninguna originalidad. Antes nos pagaba el espionaje español y hoy nos pagan los rusos. Entonces nos azotaban las emisoras de la Generalitat y hoy nos fustiga la tele búlgara. Todo está inventado ya

Borisov (derecha) saluda a Yovchev, hermano de la modelo Borislava Yovcheva, durante un partido.

Borisov (derecha) saluda a Yovchev, hermano de la modelo Borislava Yovcheva, durante un partido. / periodico

LUIS MAURI

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La historia tiene muchos atributos, pero la originalidad no está entre ellos. Hace muchos siglos que todos nos conocemos. Por supuesto que nos conocemos; demasiado bien. La historia se repite de forma incansable. Mejor dicho, cansina. Digan lo que digan los nuevos tecnócratas, todo está inventado ya. 

El periodismo no es ajeno a esta ecuación. Hace dos años y medio, a raíz de la publicación de que la inteligencia de EEUU había advertido del riesgo de un atentado yihadista inminente en Barcelona, el bloque independentista (que en aquel preciso momento enfilaba la recta final hacia el fiasco unilateral) y sus numerosos satélites de ocasión acusaron a EL PERIÓDICO de estar a sueldo del espionaje español. Hoy, los voceros del primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, envuelto en una investigación de los Mossos y la Fiscalía Anticorrupción sobre una presunta trama de <strong>blanqueo</strong> de capitales en Barcelona desvelada por este diario, acusan a EL PERIÓDICO de escribir al dictado del espionaje ruso.

¿Quién da más?

Hace dos años y medio, nos fustigaban con furor indesmayable la radio y la televisión de la Generalitat y una miríada de panfletos engrasados con dinero de los contribuyentes, amén de la consabida <strong>jauría digital</strong>. Hoy nos azota con idéntico arrebato la televisión búlgara. Los medios de Borisov sostienen que EL PERIÓDICO es un agente de la secesión de Catalunya y lo sitúan en el centro de un complot orquestado y financiado por Rusia para derrocar al primer ministro búlgaro. ¿Quién da más?

La historia, en efecto, adolece de falta de originalidad. En las sociedades totalitarias, la libre información es aplastada. En las democráticas, especialmente si están electrizadas por el nacionalismo, el poder suele reaccionar a las denuncias de corrupción parapetándose tras la dignidad de la nación. Usurpándola. Hace mucho que todos nos conocemos, solo hay que acudir a los libros y las hemerotecas. Pujol Banca Catalana<strong>Mas </strong>y el 3%. El PSOE Filesa. El PP y el mayor lodazal de corrupción en España. Y ahora llega este viento de Bulgaria.