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Desinflamar: un verbo hueso
La mesa de negociación entre los gobiernos español y catalán es un positivo, pero difícil, primer paso
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
Joan Tapia
La cuestión catalana agrava el choque entre los dos grandes partidos españoles y dificulta la gobernabilidad de España. Pero el estallido catalán se produjo cuando el encontronazo entre el PSOE de Zapatero y el PP que acababa de perder las elecciones del 2004. La tradicional tensión entre ambos partidos se agudizó tras el atentado de Atocha y contribuyó mucho al choque sobre el Estatut del 2006 que acabó convirtiendo al independentismo a influyentes sectores del catalanismo.
El independentismo perjudica a España. Pero una anomalía española -la enemistad visceral e incluso enfermiza entre PP y PSOE- convirtió en imparable la desafección catalana. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Lo único cierto es que estamos donde estamos. Sin el voto de la independentista ERC a los presupuestos, la inestabilidad y otras y más tensas elecciones anticipadas pueden ser inevitables.
La enemistad visceral entre el PSOE y el PP incrementó la crisis catalana. Hoy todavía sigue haciéndolo
Pedro Sánchez, para lograr el apoyo de ERC y frenar el enervamiento del conflicto, aceptó la creación de una mesa de diálogo entre los dos gobiernos: el español y el catalán. Fue, y es, una apuesta con riesgos. Pero Sánchez ha hecho una visita con éxito a Barcelona, el 'president' Torra -que encarna hoy el independentismo maximalista de Puigdemont- no tuvo fuerza moral para oponerse, y se acordó que la primera reunión de la mesa sería este mismo febrero. Pero pasaron los días y Torra retrasaba la cita exigiendo un mediador internacional. Quizás tampoco quería una foto de diálogo antes del mitin de Puigdemont el próximo sábado 29 en Perpinyà, en la Catalunya norte.
Y Sánchez se descolgó "proponiendo" que la primera reunión se celebrara el próximo lunes 24. Torra calificó la propuesta de unilateral y la rechazó, pero ofreció (presionado por la opinión y la prensa catalana) otras fechas. Al final, la reunión será el próximo miércoles 26. El diálogo ha dado un primer paso, pero con dos graves problemas. Uno, el recelo y el posible boicot encubierto del eje Puigdemont-Torra que -vivir para ver- se impone en la antigua Convergència. Dos, la oposición frontal del PP. Pablo Casado afirmó en el Congreso que no permitirá la renovación de relevantes órganos institucionales -CGPJ, Tribunal Constitucional...- si no se rompe antes la todavía non nata mesa de diálogo. Este no es un boicot encubierto, es descarado.
Por eso la mesa de diálogo -aunque superase esenciales divergencias entre el PSOE y ERC- tiene un futuro muy incierto.
Además, la cuestión catalana divide ya seriamente a la derecha. Vox nació, al menos en parte, por la propaganda de Aznar y Cayetana Alvarez de Toledo de que Rajoy era un "blandengue". Y esta semana uno de los cuatro fiscales del Supremo, Javier Zaragoza, ha ridiculizado en 'El Mundo' la famosa sentencia: "Seamos sinceros y rigurosos, convertir una rebelión contra el orden constitucional en una sedición contra el orden publico al socaire de una pretendida ensoñación -insólita licencia literaria- no parece la solución jurídicamente mas correcta". ¿Marchena y los magistrados del Supremo, tan atacados en Catalunya, serían algo así como 'tontos útiles' del separatismo? Luego afirma que la reforma del Código Penal que se plantea y que podría beneficiar a los presos solo sería aceptable "por razones de interés general". ¿Acotar la crisis catalana -los presos tuvieron el respaldo del 47% de los votos- no es el interés general de España?
La reacción ante Catalunya ya está fraccionando a la derecha española y al más bien conservador mundo judicial
También la fiscalía de Catalunya se está oponiendo a que, al amparo del artículo 100.2 del reglamento penitenciario, cinco de los nueve condenados estén ya saliendo algunas horas de la cárcel. Para hacer voluntariado, trabajar o cuidar familiares. Es algo legal, pero los fiscales aducen que solo "excepcional" y que no hay muestras de arrepentimiento. Si es legal, es legal y en los últimos años se han beneficiado unos 400 penados en Cataluña. Y está teniendo consecuencias positivas para desinflamar.
El trato a los presos -cuyo delito tiene motivaciones políticas- está fraccionando el mundo -más bien conservador- de la Justicia. ¿Juristas de la prensa derechista y muchos fiscales contra Marchena y los magistrados del Supremo -eso sí, a media voz- por no haber fijado que los condenados no tendrían beneficios penitenciarios hasta cumplir la mitad de la condena?
Desinflamar Catalunya -la nueva fiscal general del Estado es la primera que usó el verbo- no será nada fácil. La pregunta es si hay otra alternativa que no conduzca a un mayor enervamiento del conflicto. Las armas las carga el diablo. Ahora las armas son el continuo y visceral choque entre concepciones de lo que es una nación. En el mundo proliferan.
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