Opinión | Editorial

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Despejar de trabas el diálogo

Torra no puede seguir buscando obstáculos sin que quede en evidencia la falta de sinceridad real de sus llamamientos a negociar

Pedro Sánchez y Quim Torra, reunidos en el Palau de la Generalitat, el pasado 6 de febrero.

Pedro Sánchez y Quim Torra, reunidos en el Palau de la Generalitat, el pasado 6 de febrero. / periodico

El acuerdo en la necesidad de poner en marcha una mesa de diálogo para avanzar en la solución del conflicto político existente en Catalunya fue una de las condiciones de Esquerra Republicana para no impedir la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Y ha sido uno de los primeros y más visibles compromisos dentro de un proceso de distensión en el que, frente a la pinza de los tres partidos de la derecha española y el independentismo que se resiste a sacar las consecuencias inevitables de los errores del otoño del 2017, se hallan comprometidos tanto las fuerzas de izquierdas que componen el nuevo Gobierno de coalición español como Esquerra. Ayer dieron una nueva muestra de ello al proponer una fecha para la primera reunión de la mesa.

Además de las dificultades evidentes de lograr resultados a corto plazo, el camino del diálogo emprendido cuenta con un obstáculo procedimental de difícil solución. Es natural y comprensible que quien en estos momentos ostenta la presidencia de la Generalitat encabece una de las dos partes sentadas a la mesa, a pesar de que es más que dudoso su compromiso con un diálogo que nació de un pacto de investidura que no contó con su apoyo. Hasta el punto de que es inviable resultado alguno si, como no deja de mantener Quim Torra, ningún acuerdo es posible más que sobre las condiciones del ejercicio de la autodeterminación y la amnistía de los presos.  La situación de bloqueo se prolongará más de lo previsto después de que el ‘president’ de la Generalitat haya dilatado en el tiempo la convocatoria de unas elecciones que deberían aclarar la situación.   

Las dos últimos reparos han sido la exigencia de un relator o mediador, condición que no forma parte de las reglas acordadas  y el rechazo inicial a la fecha propuesta para el primer encuentro, el próximo lunes. La figura del relator, que estuvo sobre la mesa en el marco de la declaración de Pedralbes que el independentismo hizo estallar en el año 2018 con su negativa a votar los Presupuestos, y que desencadenó el primer adelanto electoral, resulta innecesaria e inviable. En el léxico independentista, una pantalla pasada. Insostenible si se aspira a que la presencia de esta instancia dé a los encuentros de este foro de diálogo prácticamente la apariencia de una conversaciones internacionales.

El independentismo de Puigdemont y Torra, que hizo del 'sit and talk', el sentarse y ponerse a hablar, una de sus reclamaciones tras la sentencia del Supremo (o más bien una de sus acciones de imagen internacional dando por hecho que la negativa a ningún tipo de conversación más allá de la acción de los tribunales iba a poner en evidencia a España), ahora está encontrando con llamativa facilidad supuestos motivos para no sentarse a la mesa del diálogo. Difícilmente podrá seguir resistiéndose Torra, por las vías de dilatar el calendario, fijar líneas rojas o intentar imponer nuevas condiciones, si no quiere que quede definitivamente en duda, ante el electorado llamado a las urnas más pronto que tarde, la sinceridad real de sus llamamientos a un diálogo al que todas las encuestas conceden un amplio apoyo.