Cuántos puntos hacen falta para ser alguien en Albión

Boris Johson, como Trump, llegó al poder predicando un egoísmo de viejo cuño que desconfía de la globalización

El primer ministro británico, Boris Johnson, en una imagen de archivo.

El primer ministro británico, Boris Johnson, en una imagen de archivo. / periodico

ALFONSO ARMADA

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Febrero arrancó con la muerte de George Steiner, uno de los más brillantes pensadores y críticos literarios de las últimas décadas. Deja libros que alumbran el arte de leer. Y también una entrevista póstuma con el escritor italiano Nuccio Ordine, donde leemos: "Insistir en la idea de que Europa sigue siendo una necesidad importantísima, y de que, a pesar de las amenazas y los muros que se construyen, no debemos abandonar el sueño europeo". Donald Trump y Boris Johnson llegaron al poder predicando un egoísmo de viejo cuño que desconfía de la globalización, pone el énfasis en el languideciente carácter nacional anglosajón, rehabilita el nacionalismo y socava iniciativas racionales como la Unión Europea mientras India, China y Rusia juegan sus propias cartas étnicas, autoritarias y militares.

Londres y Washington levantan muros para proteger su industria, su modo de vida, su idiosincrasia. El miedo al otro como una herramienta política útil a corto plazo, tempo nupcial que guía a quienes no tienen reparo en mentir a sabiendas y burlarse de la elegancia de los escrúpulos. La decisión del Gobierno británico de rechazar a inmigrantes no cualificados y que no tengan buen nivel de inglés va en esa línea proteccionista que viste de lógica y espíritu práctico las supuestas necesidades de un mercado que nunca ha sabido muy bien cómo de sabia es la mano invisible que lo regula.

¿Cuántos puntos hacen falta para poder ingresar en la maquinaria productiva de un Reino Unido que amenaza con resquebrajarse por los coletazos políticos de un sismo llamado 'Brexit' en la fábrica nacional británica, con unidades políticas en pie de guerra, como Escocia, Gales o Irlanda del Norte?

En 70 puntos han cifrado los cerebros al servicio de Boris Johnson para cuadrar inmigración (mano de obra) y economía (necesidades de las industrias y servicios). Hay una primera barrera pintada de lógica aplicada a la necesidad que se cifra en 50 puntos, resultado de la suma de: contar con una oferta de trabajo de una empresa certificada por la autoridad competente (20 puntos), que la susodicha esté al nivel de las habilidades requeridas al aspirante a asumir la tarea (20 puntos), hablar inglés para poder atender requerimientos del capataz o del público (10 puntos).

A esta carrera para ser alguien en el mercado británico 'postbrexit' hay bonus: 10 puntos si se cuenta con un doctorado en línea con el trabajo que se va a desempeñar (si es en ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas serían 20 puntos más del ala). Hay otros 20 puntos que ganar si se opta a un ámbito per se escaso (¿filósofos? ¿domadores de pulgas sintéticas? ¿equilibristas del grafeno? ¿cazarrecompensas de robots descarriados?), y un baremo final que tiene que ver con las expectativas y que amerita un curso en contabilidad creativa.

Del mismo modo que el empresariado de Estados Unidos puso el grito en el cielo cuando se endurecieron las leyes para aceptar inmigrantes (porque hacía más difícil contratar a bajo precio a trabajadores irregulares), lo mismo han hecho algunos altos patrones de Albión. Nuevas ideas para la trilogía que el novelista Jonathan Coe inició con 'El Club de los Canallas'.