La apología del franquismo

Ya tardamos

¿Es necesario ser tolerantes con aquellos que practican la intolerancia y quieren acabar con los tolerantes como nosotros?

Manifestantes hacen el saludo fascista en un desfile de Madrid.

Manifestantes hacen el saludo fascista en un desfile de Madrid. / .44323225

Josep Maria Fonalleras

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Vuelve la paradoja de Popper. ¿Es necesario ser tolerantes con aquellos que practican la intolerancia y, pues, quieren acabar con los tolerantes como nosotros? Vuelve a la hora de debatir si conviene tipificar el elogio y la apología del <strong>franquismo </strong>como un delito del Código Penal. Hay quienes mantienen que sí, de la misma manera que está penada una actitud similar en Alemania y en Italia, mientras que los que convocan la supremacía moral de la libertad de expresión lo contemplan como una barbaridad, como ha dicho, por ejemplo, Willy Toledo.

La gran diferencia con los otros países que sufrieron el fascismo y que legislaron contra la banalización y la pervivencia de los símbolos totalitarios es que en España no solo se han permitido hasta ahora, sino que se han ensalzado. Un caso: la OJE, la organización juvenil del franquismo, superó la Transición, se lavó la cara y fue declarada entidad de utilidad pública. Alecciona a chicos y chicas con el mismo escudo de hace 60 años (falangista: un león rampante del Frente de Juventudes) y organiza simpáticos campamentos de verano donde se practica "la espiritualidad y la trascendencia, el amor a España y la justicia social ". Ya tardamos.