Mesa de diálogo

Sí que viene de unos días

La prisa siempre es mala consejera, pero la dilación intencionada de los tiempos para dar largas a lo necesario tampoco es buena práctica en política

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Toni Aira

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En el 2010, un 'spot' de Òmnium titulado 'Somniem' popularizó la idea del 'tenim pressa'. En el vídeo, el expresidente del Parlament Heribert Barrera pronunciaba la frase "'Tenim pressa, molta pressa'". Pasados los años, ¿ahora será el Gobierno de Catalunya quien dirá que "no tenemos prisa", más aún cuando esta debería acompañar, solo y de entrada, un necesario 'sit and talk' reclamado por la mayoría del movimiento independentista para abrir la vía del diálogo? La prisa siempre es mala consejera, sí, pero la dilación intencionada de los tiempos para dar largas a lo necesario tampoco es buena práctica en política.

La <strong>mesa de diálogo</strong> entre el Gobierno catalán y el español, cuando empiece a rodar, no deberá ir acompañada de prisas que la puedan hacer descarrilar. Ya habrá suficientes elementos de distorsión, internos y externos, que quieran cumplir esta función. Pero ahora, hacerse el remolón con abrir una vía de diálogo al más alto nivel este mes de febrero como se había estipulado, ¿a qué viene?

El diálogo no debería empezar ni terminar nunca en un relator. Esta posible figura presente en la mesa de quienes abordarán el conflicto político entre Catalunya y España debería estar ahí en clave de suma. Al error de la parte española de convertirla en obstáculo en el pasado no hay que sumar ahora la parte catalana. Ni con la excusa de una resolución del Parlament de aquellas que todas las formaciones políticas han incumplido mil y una al no poder materializar por el contexto ciertas declaraciones de intenciones.

La 'consellera' portavoz, Meritxell Budó, dijo el martes que la primera reunión de la mesa de negociación "no viene de unos días". Pero se equivoca. Y no solo por cuán necesario concluyó todo el mundo que es, como mínimo, abrir conversaciones. También porque no les sobra ni un día de crédito y por el grave autogol que el independentismo se marcaría si a ojos de la opinión pública regala su tradicional bandera del diálogo al Gobierno o a los partidos de Madrid. Pedro Sánchez, hábil, ya ha puesto fecha para el lunes que viene. Huele el regalo.