IDEAS
Sobre la plaza pública de las ideas nazis
Lucía Lijtmaer
Periodista
Lucía Lijtmaer
Como si se tratara del eterno Día de la Marmota, en la que Bill Murray se despierta en su casa una y otra vez dispuesto a vivir la misma jornada, vuelve a ser necesario recordar un chiste. En estos días nos vemos sumidos en la obligación de tener, otra vez, la misma conversación: ¿es legítima la prohibición de discursos ultraderechistas en espacios públicos?
Este se ha convertido en el tema preferido de nuestra opinión pública, y ha calado en el gobierno, que se predispone a aprobar una ley en contra el delito de apología del franquismo. Por supuesto se trata de un tema con muchas aristas, que pone sobre la mesa, una vez más, si existen o no restricciones aplicables a la libertad de expresión que no la pongan en juego.
Lo sorprendente no es el debate, sino la facilidad con la que algunos asumen la posición laxa del relativismo discursivo con respecto al fascismo. Su defensa de la libertad de expresión absoluta parece estar fundamentada en la obra de John Stuart Mill, 'Sobre la libertad', que argumenta que incluso cuando la opinión que se suprime es completamente falsa, “a no ser que se permita que sea, y lo sea de hecho, debatida con vigor y honestidad, será sostenida a la manera de un prejuicio por la mayoría de las personas que la defiendan”. Ante eso, el historiador Mark Bray, autor de 'Antifa', comentaba en una entrevista en este medio que el fascismo no es equiparable al resto de discursos políticos, y que no podemos tomar la libertad de expresión como un bien absoluto. Por tanto, “Hay que combatir ese ideario e impedir que se extienda, no dialogar con quienes lo sostienen. Sin contemplaciones. Si censurar hoy un acto público de un partido de ultraderecha sirve para impedir que el día de mañana triunfe el fascismo, habrá merecido la pena”.
Y de ahí, la necesidad de repetir el chiste. Ante la asiduidad del debate nazis sí o nazis no en el espacio mediático, ironizaba el humorista Aamer Rahman: “algunos comentaristas, cuando alguien golpea a un nazi, ya comienzan a preguntarse '¿es este el camino? debemos debatir y ganar a esos sujetos en la plaza pública de las ideas'. Mira, tío, yo a los nazis prefiero ganarles en el Planeta Tierra. Después de eso, tú puedes debatirles en la plaza pública de las ideas o en Narnia si te apetece.”
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