Pandemias y miedo

Coronavirus: prejuicios e ignorancia

El colectivo Catàrsia, de asiáticodescendientes, lleva denunciando desde el comienzo de la expansión del coronavirus la hipervigilancia y los continuos comentarios que reciben

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Mar Calpena

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La serie de Steven Soderbergh <strong>'The Knick'</strong> refleja los inicios de la cirugía moderna, y retrata -perdóneseme el chiste- con bisturí las jerarquías sociales de los Estados Unidos hacia 1900. Mírenla si pueden, es interesante y nada complaciente. En uno de sus episodios, el barrio chino de San Francisco es puesto en una cuarentena atroz tras un brote de peste bubónica. 'The Knick' es una serie de ficción, pero el brote en cuestión existió en realidad, y tal y como está ocurriendo 120 años después con el coronavirus, el tratamiento y el control de la misma vinieron acompañados de otra plaga, la del racismo.

Entonces, como ahora, un problema médico se utilizó como excusa para un poco sutil discurso racial. El colectivo Catàrsia, de asiáticodescendientes, lleva denunciando desde el comienzo de la expansión del coronavirus la hipervigilancia y los continuos comentarios que reciben. Con el hashtag #nosoyunvirus, ellas y otras activistas de toda España están incidiendo sobre nuestra cara más fea. Una usuaria quinceañera de Twitter, nacida en China, se quejaba recientemente de los chistes continuos acerca del tema. Otros narraban episodios más graves: historias de malas miradas o increpaciones. Y la cuenta de resultados de restaurantes y negocios. ¿Qué sentido tiene todo esto? ¿De verdad cree alguien que corre mayores riesgos comprando calabacines a su vecina Li-Hua que, por ejemplo, viajando cada día en metro a la oficina?

Las cancelaciones del Mobile World Congress tienen también un poco de ese componente, máxime cuando muchas de las empresas que se han retirado de él son, precisamente, asiáticas -el racismo no es exclusivo de Occidente-. Aunque el extraño cálculo de riesgos de los CEOs daría para otro artículo: que los directivos que mueven millones de millones, y presumiblemente están familiarizados con la estadística, el 'big data', las tablas actuariales y la gestión de crisis de reputación magnifiquen así la dimensión de este problema, es -por decirlo suavemente- notorio, y más cuando esta preocupación por el bienestar de sus trabajadores en algunos casos no va más abajo de los cuadros intermedios.

De las enfermedades infecciosas, siempre con una variable impredecible, los historiadores Dorothy Nelkin y Sander L. Gilman escribieron que "la culpa siempre es una herramienta para hacerlas comprensibles, y quizás así, controlables". Pero la epidemia de peste bubónica de San Francisco que muestra 'The Knick' solo empeoró con el hacinamiento de la población en cuarentena. Las pandemias florecen con la ignorancia, en un mecanismo que se repite a través de los tiempos (las campañas contra el sida, por ejemplo, a menudo se han centrado en combatir la homofobia que dificultaba el acceso a prevención y medicinas). Los prejuicios acaban agravando todo aquello que pretenden controlar. Y eso deberíamos recordarlo muy especialmente en el país que dio nombre, sin comerlo ni beberlo, a una de las gripes más mortíferas de la historia:<strong> la que en 1918 que se cobró la vida de cincuenta millones de personas.</strong>