AUTONÓMICAS

Elecciones vascas y gallegas, una reválida para Sánchez

El resultado del 5 de abril también será indicativo del apoyo o rechazo a la estrategia del presidente para desinflamar el conflicto catalán

El lendakari, Iñigo Urkullu, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en junio del 2018, en el Palacio de la Moncloa.

El lendakari, Iñigo Urkullu, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en junio del 2018, en el Palacio de la Moncloa. / periodico

Rosa Paz

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El año 2016 no fue el mejor para Pedro Sánchez. Ni tampoco para el PSOE, que se partió por la mitad en una guerra interna, de dureza inusitada, que acabó con el ahora presidente del Gobierno forzado a dimitir como secretario general y dejando su acta de diputado, y con la mayoría del grupo parlamentario socialista facilitando con su abstención la investidura del líder del PPMariano Rajoy.

En ese ambiente se celebraron las elecciones vascas y gallegas el 25 de septiembre, seis días antes del golpe interno que derrocó a Sánchez. Como la división penaliza, los resultados fueron malos para los socialistas: En Euskadi quedaron relegados a la cuarta posición, por detrás de PNVEH Bildu Podemos, y en Galicia quedaron terceros, aunque empatados a escaños con En Marea, que les superó en número de votos. Allí ganó, como es habitual, el PP.

Ahora, sin embargo, las cosas han cambiado. Para Sánchez y para el PSOE. Así que las elecciones del 5 de abril en esas dos comunidades pueden reforzar a los socialistas y ser una reválida para su coalición de Gobierno con Unidas Podemos. Se trata de dos territorios con presencia del nacionalismo -hegemónico en el País Vasco y con menos implantación en Galicia- en los que están acostumbrados al lenguaje de los soberanistas y donde no asusta, por tanto, que el presidente del Gobierno pacte con ERC o visite al 'president' Quim Torra.

No son comunidades representativas de la España profunda donde arraiga el españolismo, pero el resultado de las elecciones allí también será indicativo del apoyo o el rechazo que despierta la estrategia de Sánchez dirigida a desinflamar el conflicto catalán y a buscarle alguna solución.

Los resultados de las dos elecciones generales que se celebraron en el 2019 indican que la correlación de fuerzas en los dos territorios se ha modificado. En Euskadi el PNV es intocable, pero el PSOE se ha consolidado como segunda fuerza en esos comicios, y en Galicia en abril del 2019 los socialistas quedaron en primera posición y en noviembre, en segunda, a 10.000 votos del PP.

Difícil equilibrio

No es descartable, por tanto, que el PP de Alberto Núñez Feijóo, que parecía imbatible, pudiera perder la mayoría absoluta y le sucediera un Gobierno de izquierdas. Eso reforzaría a Sánchez, como le reforzará repetir Ejecutivo de coalición en Euskadi con el PNV, su socio preferente en Madrid. El problema en esos comicios es que socialistas y podemistas, que acaban de estrenar coalición en el Gobierno de España, tienen que competir por la misma franja del electorado, intentando ganar, pero al mismo tiempo tratando de no hacerse daño. Un difícil equilibrio.

Mientras, el PP de Pablo Casado no tiene grandes expectativas en el País Vasco -en noviembre del 2019 obtuvo solo un diputado- aunque se la juega en Galicia. Para el liderazgo de Casado cualquier resultado en las elecciones gallegas puede ser malo. Si pierden la mayoría absoluta, porque se cargaría a la cuenta del PP nacional. Si revalida Núñez Feijóo, porque el gallego podría imponer una moderación en el discurso y se mantendría como alternativa al liderazgo español.