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La charlotada de San Remo

Reconozco que me lo he pasado pipa viendo la cantidad de frikis que han pasado por el festival

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Ramón de España

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Soy consciente de que lo suyo sería hablar de los Oscar, de si hay para tanto con 'Parásitos' (a mí me gustó mucho) o de si Joaquin Phoenix se merece el premio al mejor actor (yo diría que sí, y la peli me encantó), pero prefiero asomarme a una antigualla musical como el Festival de San Remo, que ha tenido lugar entre los días 4 y 8 de este mismo mes.

La colección de mamarrachos que se han dejado ver por San Remo esos días está a la altura, si es que no la supera, de los que suelen presentarse al festival de Eurovisión, otra reliquia que, a diferencia del certamen italiano, goza de un predicamento internacional que no alcanzo a comprender.

Nada se ha escrito en la prensa española sobre la edición de este año del Festival de San Remo, evento de interés exclusivamente local creado en 1951 y que se celebró en el casino de la población hasta 1977, año en que se trasladó al teatro Ariston. Si me he enterado de algo ha sido gracias a la cuenta de Instagram Trash Italiano, especializada en lo más cutre y bochornoso de la cultura transalpina, como indica su nombre. Y reconozco que me lo he pasado pipa.

Cónclave de frikis

Como en el caso de Eurovision, San Remo se ha convertido en un cónclave de frikis, viejas glorias recauchutadas (algunas, como la cantante y actriz Ornella Vanoni, parecen haber acudido al mismo veterinario que Mickey Rourke) y estrellas que se resisten a apagarse (Sabrina Salerno ya no va con los pechos por fuera del vestido y se da aires de gran dama de la 'canzone').

Gracias a Trash Italiano he descubierto a fenómenos paranormales como Bugo (Cristian Bugatti), Morgan (Marco Castoldi) y, sobre todo, Achille Lauro, un señor con nombre de crucero que imita al David Bowie de la era glam de la forma más patética imaginable. Atrás quedan los tiempos en que por el festival de San Remo pasaba lo más granado de la canción italiana; ahora, como en Eurovisión, solo acuden frikis espectaculares como el tal Achille Lauro y Elletra Lamborghini o aprendices de Andrea Boccelli como Alberto Urso, capaz de convertir al primero en Luciano Pavarotti.

Sin embargo, Italia sigue enganchada al este festival de marras como si fuese uno de los últimos pilares de la civilización occidental. Personalmente, agradezco mucho la reconversión en charlotada seudo musical y berlusconizada de un festival otrora digno, pues lo que me he llegado a reir con Achille Lauro no me lo quita nadie, pero este anacronismo se las trae.

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