LA CLAVE

El círculo de los Maristas

La orden religiosa acepta indemnizar a las víctimas de los pederastas que devoraron niños en sus colegios durante 40 años, pero sigue negándose a emprender actuaciones internas contra los delincuentes

Pintada en la pared del colegio de los Maristas de Sants de Barcelona  en contra la pederastia

Pintada en la pared del colegio de los Maristas de Sants de Barcelona en contra la pederastia / periodico

LUIS MAURI

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Cuatro años negando la evidencia y rehuyendo la responsabilidad. Cuatro años de opacidad extrema. Cuatro años llevaban los Maristas tratando de evadirse del escándalo de pederastia desatapado en sus colegios en Catalunya. Cuatro años después, la orden religiosa ha hecho el primer gesto de asunción de responsabilidad; ha aceptado indemnizar extrajudicialmente a una treintena de exalumnos que sufrieron abusos sexuales a manos de profesores religiosos y seglares.

Pudiera parecer que se cierra el círculo que abrió en febrero del 2016 una investigación de los periodistas de este diario Guillem Sànchez, María Jesús Ibáñez y J. G. Albalat. Su largo y concienzudo trabajo definió la espeluznante dimensión del caso de pederastia de los Maristas: 51 denuncias por abusos sexuales cometidos contra niños de 7 a 16 años por 17 profesores y un monitor en media docena de colegios. ¿Cuántas denuncias más no habrán llegado a presentarse por vergüenza, por temor a reabrir viejas y dolorosas heridas o por desánimo ante la prescripción penal?

Encubrimiento

Los depredadores devoraron niños durante al menos cuatro décadas, desde 1970 hasta el 2011. Durante todo ese tiempo, la orden religiosa encubrió los delitos y a los delincuentes. Cuando la noticia de las andanzas de algún violador traspasaba los muros del colegio, el pederasta era trasladado de centro. Nuevo colegio, niños nuevos. Eso era todo.

Pudiera parecer que el acuerdo alcanzado entre los Maristas y la fundación Mans Petites para indemnizar a las víctimas cierra el círculo de esta historia. Pero no conviene precipitarse. Es cierto que ninguna otra congregación religiosa implicada en casos de pederastia, como los Jesuitas o la Abadía de Montserrat, se ha comprometido a resarcir extrajudicialmente a las víctimas. Pero estas órdenes sí han adquirido un compromiso que los Maristas continúan eludiendo: investigar el alcance del daño cometido en su seno, buscar víctimas y agresores, y actuar internamente contra los delincuentes que estén fuera del alcance de la ley por prescripción de los delitos. Esto quizás terminase de cerrar el círculo.