¿Quién nos alerta de las alertas?

Los profanos debemos callar antre el coronavirus, pero hay que atender al sentido común

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Albert Sáez

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Los profanos en epidemias sanitarias debemos guardar un prudente silencio en situaciones como las que vivimos estos días en torno a la expansión del coronavirus surgido en China. La referencia en esta materia son los doctores Fernando Simón y Antoni Trilla que saben mucho y lo explican mejor. Llama la atención el contraste entre sus palabras y algunas decisiones que se hacen públicas estos días. Para empezar, la prevalencia de la enfermedad deberíamos relativizarla. Más de 900 muertos son muchos muertos y 40.000 personas infectadas son muchas. Pero la provincia de Hubei tiene una población de 58,1 millones de habitantes y el conjunto de China, 1.400 millones. Lo digo por tomar conciencia real de las magnitudes. Si ponemos los datos en perspectiva, muchas de las decisiones que se están tomando resultan más propias de las épocas oscurantistas que de la era digital. De hecho, hace solo 100 años, aún no tendríamos noticia de la epidemia y seguiríamos haciendo vida normal. La monitorización de estos fenómenos, pasa lo mismo con las catástrofes naturales, permite un mejor combate contra sus efectos pero nos genera un estado de ansiedad. ¿Tiene sentido que una empresa sueca deje de viajar a Barcelona a un congreso al que no acudirá nadie que haya estado en Hubei? ¿Tiene sentido que la gente se aparte de los ciudadanos chinos que viven en Barcelona, en Madrid o en Valencia si son gente que no ha estado en su vida en Wuhan, epicentro de la epidemia? ¿Alguien se ha parado a mirar cuántos kilómetros hay entre Pequín y Wuhan? Los mismos que de Estocolmo a Amsterdam. 

Hay que decirlo alto y claro, también hay un populismo sanitario -como denuncia el doctor Sitges-Serra en su último libro- que juega con nuestro principal miedo, el miedo a la muerte. Seamos obedientes en las medidas que nos proponen los epidemiólogos contra el coronavirus, informémonos en tiempo real, pero escuchemos a los que saben y pongamos también nuestras propias alertas contra las alertas, aunque sean de reputadas empresas de telefonía móvil.