Opinión | EDITORIAL

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Un enfoque global para la universidad

Algunos centros han dado pasos para romper la frontera entre ciencias, tecnología y humanidades, pero topan con el sistema burocrático español

Pruebas de acceso a la universidad en la Facultad de Biología de la Universitat de Barcelona, en junio del 2019

Pruebas de acceso a la universidad en la Facultad de Biología de la Universitat de Barcelona, en junio del 2019 / periodico

La historia de la universidad, desde sus orígenes medievales, es un constante ir y venir entre la vocación profesionalizadora y la voluntad de invocar la totalidad del saber. Y, en otro nivel, entre la autonomía de la institución y el control ejercido por los poderes fácticos. Con la aparición del positivismo científico se consolidó la disgregación del conocimiento en las parcelas que comúnmente conocemos como letras y ciencias. Siglos después, el debate vuelve a ser el mismo, porque se sigue planteando si la universidad ha de formar a los profesionales del futuro, cada vez más especializados en áreas determinadas y en compartimentos estancos, o si debe entregar a los jóvenes unas herramientas que les permitan justamente encarar un futuro incierto, en el que deberán adaptarse a unos cambios que el presente no es capaz de calibrar.

El 'Informe mundial de la educación superior', presentado en diciembre por la Global University Network for Innovation (GUNI), hace hincapié en este aspecto. Critica la "hiperespecialización enfocada al mercado laboral" y aboga por unos estudios holísticos, globales, que permitan la transdisciplinariedad, no solo como una alternativa óptima a la cerrazón conceptual, sino como una flexibilización imprescindible de la división actual del conocimiento para afrontar los retos del siglo XXI, desde la crisis climática hasta la revolución digital.

Público y privado

Algunas universidades han dado pasos en el empeño de romper las fronteras entre ciencias, tecnología y humanidades, pero topan con el sistema burocrático español en el que la Administración tiene la última palabra, a diferencia de modelos como el anglosajón (en su mayoría, privado), en el cual el estudiante puede trazar un currículo propio que le proporciona un saber y unas habilidades adaptadas a la veloz secuencia de las variaciones que experimentará en su vida adulta, y lejos de la rigidez de los grados tradicionales. El debate también se plantea entre universidades públicas y privadas, con la tendencia cada vez más creciente a la privatización de lo público, bajo la idea de una mayor autonomía organizativa y financiera. Es una polémica que está sobre la mesa y que marcará el futuro de la universidad española.