El sector primario

Sostener la cadena de valor alimentaria

Gurús del 'management' afirman ahora que para alcanzar un margen mayor se requiere que, además del cliente, estén satisfechos todos los actores de la producción y se refuerce el equilibrio social

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Josep-Francesc Valls

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Michael Porter, el gurú del 'management', aportó el concepto de la cadena de valor para interpretar las relaciones entre los distintos actores de la producción. Durante toda su vida había defendido que cada uno de los eslabones debe destilar eficiencia al precio más bajo para conseguir el máximo margen posible. Pues bien, hace cinco o seis años el gurú viró. En síntesis, él y sus círculos afirman ahora que para alcanzar un margen mayor se requiere que, además del cliente, se muestren igualmente satisfechos todos los que trabajan en la cadena de valor, la comunidad, el medio ambiente, y se refuerce el equilibrio social. Raj Sisodia y su movimiento Capitalismo Consciente caminan en la misma dirección.

Los consumidores buscan en los lineales físicos o virtuales buena relación calidad-precio, transparencia, proximidad, comodidad y amplitud de gama. Estos factores componen el círculo mágico de la compra inteligente y experiencial. A la busca del favor del consumidor, la competitividad cada vez resulta más dura. Valga un ejemplo. Las marcas de fabricante y de distribuidor otrora enfrentadas firman alianzas para mejorar su propuesta de valor. Ninguna posición resulta fácil de sostener y menos en subsectores como el de frutas y verduras, en el que España aporta el 25% del total europeo y exporta el 80% de su producción. 

Existen disfunciones notables, pero el sistema no es ineficiente; no en vano, los precios agroalimentarios españoles se mantienen por debajo de la media de la UE y los consumidores se alegran. La PAC (Política Agrícola Común de la UE) intenta resolverlas, y las negociaciones del ministro Luis Planas van en esa dirección. Mejorar la transparencia que ahuyenta la voracidad. Aplicar la regulación de la venta a pérdidas. Incluir la oliva en un programa específico de la PAC. Ayudar a alcanzar la dimensión adecuada de las explotaciones mediante la expansión o fórmulas asociativas. Buscar la eficiencia en reasegurar las cosechas frente a factores externos.

El eslabón más débil

El eslabón más débil es sin duda el pequeño agricultor o ganadero. Por eso, todas esas medidas resultarían infructuosas sin la implantación urgente de la renta mínima asegurada: no garantizaría los precios en origen, puesto que reduciría la competitividad, pero sí aseguraría la supervivencia de los más desprotegidos.

Ahora bien, no toda la <strong>España vaciada</strong> es un erial. Contemplamos movimientos excitantes. Mis primos del Baztán no venden la leche a los grandes distribuidores. La transforman en quesos, lácteos y yogures de marca propia y la comercializan directamente en canales exclusivos. De este modo, consiguen una valoración entre tres y cuatro veces superior. Miles de alianzas de productores de kilómetro cero o cooperativas se saltan varios eslabones de la cadena y abren tiendas propias o venden a través de internet. Numerosas marcas de fabricante o de distribuidor pagan la exclusividad por los productos de alta gama y más que descubran.

La culpa no es del otro. El consumidor valora lo que se hace valer. Ni todo lo que produce el campo es maltratado, ni todos los distribuidores unos desalmados. Solo la reducción de las ineficiencias facilitará la sostenibilidad de la cadena de valor. Otros inventos, abstenerse.