La reunión en Palau

¡Dialoguen o dialoguen!

Sánchez y Torra, un presidente de entrada y otro de salida, recuperan la palabra sin abandonar la desconfianza e inician una etapa tan incierta como imprescindible

El 'president', Quim Torra, recibe al jefe del Gobierno, Pedro Sánchez, a las puertas de la Generalitat, el 6 de febrero.

El 'president', Quim Torra, recibe al jefe del Gobierno, Pedro Sánchez, a las puertas de la Generalitat, el 6 de febrero. / periodico

Gemma Robles

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6 de febrero de 2020. El presidente del Gobierno y el 'president' de la Generalitat se reúnen en Palau. Es noticia. De portada. Dialogan. Pedro Sánchez y Quim Torra están a años luz. El independentista reclama autodeterminación amnistía para los presos. El socialista calla, para otorgar y tranquilizar a su parroquia sin romper ningún puente. Hay desconfianza. Dialogan. Por fin.

Atrás ha quedado la huelga de teléfonos caídos en Moncloa y los enfados impostados del jefe del Govern retransmitidos por televisión. El que se resistía a condenar la violencia en las calles tras la sentencia y quien, en tiempo electoral, llegó a amagar con recuperar el castigo penal para la convocotaria ilegal de referendos, dialogan. Qué distintos, pero dialogan. Uno está de entrada (apenas acaba de estrenar el primer gabinete de coalición de la democracia) y el otro, de salida: a punto de convocar elecciones y a la espera de que el Supremo, si no hay sorpresas, confirme su inhabilación por desobediente. 

El que entra y el que sale se han sentado, hablado y, además de intercambiar cortesía y buenos modos -para la oposición, «avergonzada», más propias de protocolos de dos jefes de Estados distintos que de dos mandatarios de diferentes administraciones- han puesto en marcha una nueva era. Nadie sabe si para salvar la crisis política o para alcanzar el estropicio definitivo, pero nueva. En la que se dialoga.

Cesiones o aperitivos

Sánchez llegó a Barcelona con un documento en el que ofrece poner la mesa de negociación en marcha en febrero y otorgarle máximo nivel. Con su presencia, que se la garantiza. Con la de Torra, que eclipsa a los republicanos pero dificulta que se sienta tentado de bombardearla desde fuera.

Además, el Gobierno se abre a estudiar más y mejor financiación y cuestiones económicas y sociales. Para Torra, todo eso no son más que aperitivos con los que engañar al estómago de lo soberanistas para no tener que servirle el plato principal. Pero dialoga mientras PP y Cs se echan las manos a la cabeza y maldicen (y amenazan) el acercamiento con el adversario. No será sencillo. Pero dialoguen.