El adiós de Tricicle

Hasta siempre a todos

Quiero dar las gracias en mi nombre y en el de mis compañeros de fatiga por tantas muestras de afecto diario de quienes vienen a vernos todos los días

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Carles Sans

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Durante estos días y hasta el 29 de marzo estoy, o mejor dicho Tricicle está, actuando en el Teatre Coliseum de la Gran Via con el que va a ser el último espectáculo después de 40 años de ininterrumpida trayectoria. Todos los días el público viene a reír y a despedirse en un cariñoso adiós repleto de carcajadas. Un adiós lento e inexorable con el que nosotros iniciaremos una vida profesional distinta. Quiero dar las gracias en mi nombre y en el de mis compañeros de fatiga por tantas muestras de afecto diario de quienes vienen a vernos todos los días. Estas últimas funciones son especialmente emotivas y hacen este adiós más bello y más difícil.

Muchos recordarán que, desde el comienzo de nuestra carrera, después de cada función, hemos salido a despedir al público en el 'hall' del teatro; es ahí donde el público se transforma en personas, en individuos con su propia realidad. En tantísimos vestíbulos hemos conocido a gente cuyas historias, de no haber salido nunca, nos hubiésemos perdido. A veces, mientras nos estrechan la mano, nos susurran precipitadamente lo mucho que se han reído a pesar de la pérdida reciente de un ser querido o, por ejemplo, después de pasar por una depresión tal vez aún no superada del todo. Contrariedades con las que no hay más remedio que convivir y que nosotros, sin ser conscientes, hemos contribuido a paliar aunque sea por un rato.

No todo son desgracias, hay quien nos desvela cosas tales como que se conocieron en el teatro viéndonos actuar y años después vienen a vernos con los hijos que han tenido juntos. En esos 40 años hemos pasado por momentos alegres, como cuando una espectadora rompió aguas durante la representación, o tristes, como el día en el que en la platea falleció un espectador mientras se divertía con nuestra función. No olvidaré la preciosa carta que nos mandaron sus allegados, consolándose porque su familiar había muerto mientras reía.

Nunca olvidaremos tantas emociones y tanto cariño acumulado en estos años. Ahora cada uno de nosotros emprenderá su camino. El mío seguirá guiándolo el público. Hasta siempre a todos.

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