LOS SOCIOS DE GOVERN

Deslealtades y pánicos

La presión sobre ERC por su ruptura con el unilateralismo y la desobediencia de JxCat es extraordinaria

El presidente del Parlament, Roger Torrent, y el 'president', Quim Torra, en una reunión en el Palau de la Generalitat.

El presidente del Parlament, Roger Torrent, y el 'president', Quim Torra, en una reunión en el Palau de la Generalitat. / periodico

Jordi Mercader

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La acusación de deslealtad lanzada por el presidente de la Generalitat contra sus socios de ERC sin expulsarlos de su Gobierno es una soberbia maldad política. Tanto, que los acusados de traición no han visto otra salida que encajarla, a pesar de ser manifiestamente discutible. Que sigan gobernando juntos se explica por la realidad virtual introducida en la política catalana por el 'procés', pero también por la incapacidad de los republicanos de sostener (de momento) un nuevo desplante a Quim Torra, a pesar de ser perfectamente conscientes de la intención de sus socios de perjudicarlos en todo lo que puedan en lo que quede de vida a este Gobierno al que, paradójicamente, siguen atados por voluntad propia.

La presión sobre ERC por su ruptura con el unilateralismo y la desobediencia de JxCat es extraordinaria; sus dirigentes soportaron la primera ofensiva desencadenada cuando la investidura de Pedro Sánchez con determinación. Sin embargo, la firmeza de Roger Torrent al respetar por imperativo legal la retirada del acta de diputado a Torra ha desatado una reacción airada de sus adversarios que les ha aconsejado dejar a la intemperie al presidente del Parlament y a asumir la indignidad de ser señalados como socios desleales, la peor acusación que puede hacerse a un partido de gobierno. 

ERC ha participado en este siglo de cuatro gobiernos; en dos de ellos ha sido acusado de desleal, por motivos muy diferentes y opinables. Del primer tripartito fue expulsado por pedir el 'no' en el referéndum del nuevo Estatut después de haber participado durante meses del consenso mayoritario, a pesar del pacto Zapatero-Mas para rebajar el texto salido del Parlament; la excusa formal fue la inexistencia de un pacto para gestionar el aeropuerto. Tras rasgarse las vestiduras unos meses, los republicanos volvieron a gobernar con PSC IC en el segundo tripartito, pero durante una larga temporada, arrastraron el sambenito de socios poco fiables. Maliciosamente, Torra les ha vuelto a situar en esta delicada tesitura.

Expectativas electorales

La demonización de los republicanos por parte de Torra ha coincidido con la difusión de algunos sondeos públicos y privados en los que se vaticina un repunte de JxCat (todavía sin candidato) que amenaza seriamente las expectativas electorales de ERC. No es de extrañar que el pánico se desatara en el partido de Oriol Junqueras por el anuncio de una maniobra dilatoria del PSOE para resguardar el futuro de la mesa de negociación del arrebato del presidente de la Generalitat contra cualquier éxito atribuible a ERC.

La reacción de Gabriel Rufián confirmó la sospecha de que el asedio a ERC tiene su efecto. La presidencia del Gobierno se dejó llevar por su propio miedo a perder la legislatura y aceptó desdecirse de su prudente decisión para no incomodar todavía más a sus socios parlamentarios, sin importarle exhibir desorientación en la Moncloa. El pánico (electoral) se contagia rápido; es un estado de ánimo muy desaconsejable para tomar decisiones, además, empuja a la deslealtad, fácilmente.