Opinión | Editorial

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Un diálogo con mucho ruido de fondo

Aunque reunir la mesa de diálogo sea un gesto de buena voluntad, es difícil pensar en resultados en un periodo electoral

Pedro Sánchez y Quim Torra, reunidos en el Palacio de la Moncloa

Pedro Sánchez y Quim Torra, reunidos en el Palacio de la Moncloa / periodico

El diálogo entre los gobiernos de España y de Catalunya acordado en las negociaciones de investidura entre el PSOE y ERC, un camino necesario pero lleno de dificultades, se complica aún más tras la convocatoria diferida de elecciones al Parlament por parte de Quim Torra. Moncloa sostuvo este jueves que en las circunstancias actuales no tenía sentido reunir la mesa de diálogo, antes de que haya un nuevo Govern, para rectificar después de que ERC insistiese en que constituirla inmediatamente formaba parte del acuerdo de investidura.

Aunque la decisión de poner en marcha la mesa de diálogo sea un gesto de compromiso con la intención de normalizar el contencioso político de Catalunya, es difícil tener ninguna expectativa halagüeña sobre su desarrollo durante el largo periodo preelectoral y, en paralelo, de aprobación de presupuestos que nos espera. No es posible negociar nada con un Govern con fecha de caducidad y sin saber quién ostentará tras las elecciones la presidencia de la Generalitat ni qué partido dirigirá el Govern.

La campaña electoral ya ha comenzado: será imposible acordar nada mientras los partidos preparan sus estrategias para acudir a las urnas en pocas semanas. En ese periodo, cualquier mínimo gesto estará contaminado por la sobreactuación partidista en busca de beneficios electorales a corto plazo mientras que la mesa de diálogo, si realmente se toma en serio, no puede estar al albur del último mitin. Lo que lo que necesita es discreción, trabajo en serio y una mirada que alcance al medio o al largo plazo.

Los prolegómenos de la entrevista del próximo día 6 en Barcelona entre Sánchez y Torra, que se mantiene, no invitan al optimismo. El ‘president’ insiste en que él irá a la reunión con el objetivo de hablar de la autodeterminación, el fin de la «represión» y la amnistía, mientras que el presidente del Gobierno quiere tratar de asuntos más prácticos. Sánchez no se fía, con razón, de las intenciones de Torra, que parece más decidido a entorpecer la mesa de diálogo que a impulsarla. La entrevista será un mero trámite porque la distancia con que ambas partes la abordan es abismal.