Al contrataque

Kobe y la belleza

Tal vez solo haya dos aventuras en la vida que importen de verdad: la búsqueda de la belleza y la búsqueda del amor, no hay más. Sin eso la experiencia humana no vale gran cosa

Kobe Bryant, en un partido con los Lakers.

Kobe Bryant, en un partido con los Lakers. / periodico

Milena Busquets

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No me gusta el básquet, en mi vida he visto un partido entero, en realidad ni siquiera sé si me gusta, tal vez me esté perdiendo una fuente importante de felicidad. En realidad no me gusta ni me interesa ningún deporte, un poco el tenis tal vez, la natación, el atletismo, el fútbol.

Pero tengo la suerte de estar rodeada de amigos y familiares que sí siguen los acontecimientos deportivos y que cuando ocurre algo excepcional siempre me avisan: “¡Mamá, ven, corre! ¡Tienes que ver esto! ¡Tienes que ver lo que hace este tío! Es increíble”. “Este tío” podía ser Messi, Ian Thorpe, Usain Bolt o Kobe Bryant.

Por eso entiendo y comparto la <strong>conmoción </strong>mundial por la <strong>inesperada muerte del jugador de básquet</strong>, de su hija de 13 años y de los otros siete ocupantes del helicóptero en el que viajaban. No es cierto que todos los hombres seamos iguales, lo somos (o deberíamos serlo) ante la ley, pero a partir de ahí vamos por libre.

Nos definen el azar, el lugar de nacimiento, el sexo, las facultades. Y nos define también la búsqueda de la belleza. Sin esa búsqueda no creo que ningún hombre pueda ser verdaderamente feliz. En el caso del deporte, esa búsqueda coincide con el triunfo, con encestar, marcar goles, llegar el primero, pulverizar records, llevarse la copa, ganar la liga, etcétera.

En ese sentido, creo que un deportista se parece más a un artista que a un cocinero, por ejemplo. Un cocinero se encarga de dar placer (que ya es mucho), un gran deportista busca la belleza (aunque no lo sepa, aunque no se lo haya planteando ni un segundo de su vida) a través del triunfo. Algunos la encuentran.

La muerte de Kobe Bryant es tan impactante y dolorosa porque corta en seco una trayectoria intensamente dedicada a esa <strong>búsqueda</strong>.

Tal vez solo haya dos aventuras en la vida que importen de verdad: la búsqueda de la belleza y la búsqueda del amor, no hay más. Sin eso la experiencia humana no vale gran cosa.

Búsqueda incansable

En los deportistas reconozco esa búsqueda incansable y difícil, tan parecida a la de los escritores. Esa frase tan boba de que es el camino lo que importa y no llegar a Ítaca cuanto antes, cualquier deportista y cualquier escritor saben que es mentira. Kavafis también lo sabía, si no, no se hubiese ni molestado en escribir el célebre poema. Con Kobe llegábamos a Ítaca cada día.

No soportamos que nos arrebaten la belleza, no tanto la belleza física que pasa y perece y sabemos que es un placer pasajero, sino la belleza metafísica, la trascendental, la que sabemos que es el resultado de una búsqueda.

Al estrellarse el helicóptero en las laderas de Los Ángeles el domingo por la mañana, el mundo perdió a uno de sus principales partidarios de la belleza. Por eso lloramos.