IDEAS

El futuro es un diluvio seco

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Lucía Lijtmaer

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Las portadas de los diarios en estos días se llenan de un virus que puede o no estar extendiéndose por todo el mundo. El porcentaje de incidencia mortal preocupa un poco, pero aún resulta exótico. Esto, a día de hoy no quiere decir otra cosa que es lejano, que no nos roza, que no cumple la máxima del terror contemporáneo más egoísta y racista: habrá una invasión que no contemplará fronteras y acabará con todo lo nuestro, sea lo que sea eso.

Para aquellos a los que les guste leer sobre nuevas formas de apocalipsis, deben acudir a la gran obra de Margaret Atwood, 'El año del diluvio', que publicada en el 2009 contiene todos los vaticinios que preceden a una catástrofe. A saber: la plaga que diezmará el mundo será invisible, como esta de los titulares. También tenemos otras escalofriantes noticias que lo podría confirmar: recientemente se ha publicado que unos científicos perforaron 50 metros de profundidad en hielo de 15.000 años de antigüedad, e identificaron más de 30 grupos de virus, 28 de ellos nuevos para la ciencia. Ya veremos que saldrá de allí.

'El años del diluvio', de Margaret Atwood, contiene todos los vaticinios que preceden a una catástrofe

La otra máxima de la novela para el apocalipsis es una sociedad estratificada que hace prácticamente imposible la movilidad social. A esto, la escritora le añade una serie de trabajos manuales degradantes para la porción más humilde de la sociedad por poquísimo dinero, lo que les convierte prácticamente en esclavos e impide cualquier cambio o justicia práctica. Hola, 'riders'.

Para las mujeres, Atwood recupera una de sus más conocidas temáticas: cuerpos sometidos a los designios de un orden mayor, esclavitud sexual y poca -o nula- esperanza. Y añade: sólo se salvarán aquellos que creyeron en un futuro ecologista, previeron el apocalipsis y que fueron, precisamente, aquellos a quienes la sociedad tachó de locos y enajenados.

Una plaga invisible, una sociedad estratificada, unos cuerpos en disputa, la ecología ignorada. ¿Nos suena? Sí, nos suena. Nostradamus es mujer y canadiense. Quién nos lo iba a decir.