NÓMADAS Y VIAJANTES

En zigzag y sin un plan claro

Un activista contrario al 'brexit' protesta frente al Parlamento Europeo, el pasado jueves en Bruselas.

Un activista contrario al 'brexit' protesta frente al Parlamento Europeo, el pasado jueves en Bruselas. / periodico

Ramón Lobo

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Los británicos, y más si son ingleses -una clase nobiliaria aparte-, son víctimas de decenas de estereotipos tan poco afortunados como los que ellos nos aplican con los toros, el flamenco y la paella. Es falso que beban el té a las cinco y cerveza a todas horas. Tampoco es cierto que sean muy educados, hablen bajo y sean amigos de la reina. El 'brexit' ha creado tres más: son antieuropeos, tímidos y aislacionistas. Un disparate para un país que ha estado metido en todas las guerras que se han librado en el Viejo Continente.

Mi madre es británica, pero no inglesa, pese a nacer en Londres, porque sus progenitores eran extranjeros. Una vez replicó a un empleador que discutía su pureza: "Mi madre es normanda y mi padre, sajón, los pueblos que han creado el Reino Unido". A los ingleses les encanta el sarcasmo y toleran la crítica siempre que se emita desde el sentido de humor británico.

Ha llegado la fecha del adiós. El 31 de este mes comienzan a regresar a la navegación en solitario en un mundo que no se parece al imperial de la reina Victoria ni al de la segunda guerra mundial, que sigue impreso en el ADN de una clase política elitista, blanca y algo racista. Saltaron por los aires los equilibrios y mecanismos de seguridad creados después de 1945. Vivimos en zigzag y sin un plan claro. El responsable del destrozo es Donald Trump, que se mueve a golpe de tuit; critica aliados, insulta rivales y alaba a autócratas. Será el gran protector de su antigua colonia. No parece el mejor compañero para atravesar una tormenta. La crema del capitalismo mundial, que se reúne cada año en Davos para hacerse un 'selfie' y hablar de sus cosas, considera que EEUU es el principal factor de inestabilidad en el 2020.

Una fenomenal mentira

Boris Johnson comparte defectos con Trump. Prefiere la agitación electoral a gobernar, es imprevisible y no se distingue por el amor a la verdad. La campaña del 'brexit' se ha asentado sobre una fenomenal mentira (Europa nos roba) que ha dividido a la sociedad británica. Está en riesgo su posición de capital europea de las finanzas y su comercio ligado en un 65% con la UE. Serán claves los acuerdos que se cierren para el periodo transitorio. Londres quiere las ventajas sin cumplir con las obligaciones. Ambas partes necesitan un compromiso.

A corto plazo habrá turbulencias financieras y económicas. No ayudan los temores a una nueva crisis debido a las guerras comerciales y el débil crecimiento global. Algunos analistas creen que una de las opciones de Londres es convertirse en un gran paraíso fiscal.

El riesgo es también político y territorial. El primer ministro Johnson ha cerrado la puerta a un segundo referéndum de independencia en Escocia porque sabe que lo perdería. El partido independentista de Nicola Sturgeon domina la política de Escocia. Es una partida que acaba de comenzar en la que Sturgeon descarta decisiones unilaterales. En Escocia ganó la opción de quedarse en la UE (62-38%). La ejecución del 'brexit' modifica las condiciones del referéndum anterior, el de secesión celebrado en el 2014, en el que ganó la opción de seguir en el Reino Unido (y en la UE). El argumento político para una nueva consulta es obvio.

Irlanda del Norte

El 'brexit' también puede afectar al futuro de Irlanda del Norte, otro territorio que votó seguir en la UE (55,8%-44,2%). El Sinn Féin quedó segundo tras los unionistas y fue mayoritario en los cinco condados próximos al sur. Este partido vinculado históricamente al IRA promueve la unificación de la isla. Los problemas con la definición de la frontera y el impacto que pueda tener marcarán el cambio de humor de los habitantes del norte, pero todo parece moverse a largo plazo en favor de Dublín y de regresar a la UE. En este caso no habría vetos ni problemas porque se trata de incorporar un territorio a un Estado miembro, no de separarlo.

Son movimientos que se siguen con interés desde España. Una eventual separación de Escocia alentaría a los independentistas catalanes. Sería difícil que un gobierno de España aceptase su posterior ingreso en la UE para evitar precedentes. Estamos en un campo minado en el que sobran sentimientos y faltan políticos realistas que trabajen por el bien de su comunidad. La clave estará en la capacidad de la UE de reinventarse, y en que la economía funcione.

Oscar Wilde, irlandés y amante de la ironía y el sarcasmo, lanzó hace tiempo una frase mordaz que hoy cobra todo su sentido: "No estar de acuerdo con las tres cuartas partes del público británico es uno de los primeros requisitos de la cordura".