IDEAS

Talento satelizado a bajo coste

De izquierda Neus Ballús, Lucia Alemany, Carlos Marques-Marcet y Belén Funes

De izquierda Neus Ballús, Lucia Alemany, Carlos Marques-Marcet y Belén Funes / periodico

Xavier Bru de Sala

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Que el personal del cine y el teatro catalán están preparados para dar mucho más de lo que pueden ofrecer en estos momentos es una evidencia. Contamos con buena formación, con imaginación, con talento y con conocimiento. Esto se demuestra semana tras semana en la programación de las salas teatrales y por lo menos una vez al año en la acogida de la gala de los Gaudí, consolidada y vistosa a pesar de la precariedad. El problema, el gravísimo problema que sufrimos en estos dos ámbitos es de financiación, de dimensión, de capacidad para levantar producciones que no sean pequeñas o modestas. En las duras condiciones actuales del mercado, el talento es imprescindible pero no puede saltar por encima de la barrera de los bajos costes.

Los efectos de la precariedad, o más bien el ahogo, al que la Generalitat ha sometido a la cultura se manifiestan de manera contraria en cada uno de estos dos sectores. Mientras en el teatral, el hilo menos delgado (prohibido hablar de espesor) alimenta a las compañías y empresas más consolidadas, por lo que no quedan más que migajas para los jóvenes y los emergentes, la desertización de la política audiovisual ha abierto el paso a los nuevos directores y aún más directoras, porque solo ellos, o sobre todo ellos, los que no tienen nada que perder y mucho por demostrar, se arriesgan a rodar con presupuestos paupérrimos.

Las previsiones no mejoran de manera significativa por el incremento del presupuesto de Cultura, y menos porque una parte demasiado sustancial de esta miseria disfrazada de buenas intenciones va a patrimonio y a museos en vez de volcarse de manera primordial en la creación. La lección en positivo de este incremento debería consistir en el aumento de la presión de la cultura viva y aún palpitante. Algo se ha movido. Tal vez empiezan a creer que la han hecho demasiado gorda y empiezan a sentir los remordimientos de Macbeth. Tal vez quieren parar el golpe. Aquí un argumento añadido: mientras mandan los independentistas y con su inestimable colaboración, Barcelona se está convirtiendo en satélite cultural de Madrid.