Al contrataque

Madrid me desespera

La capital es el puente de mando desde el que unos cuantos -políticos, periodistas, jueces, banqueros, empresarios, abogados del Estado y algún intelectual- deciden cómo y por dónde navega España

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Carles Francino

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Hace años que llegué a la conclusión de que el gran hecho diferencial de España no hay que buscarlo en Catalunya, ni en Euskadi, ni en Galicia, ni en Andalucía... ni tan siquiera en los resucitados anhelos independentistas de León con respecto a Valladolid. No, el hecho diferencial de España se llama Madrid. Único e irrepetible. ¡Ojo!, lo que yo llamo el Madrid de la corte; porque luego está el otro: el social, el canalla, el cívico... acogedor, fiestero y cultural, que es una auténtica maravilla. Somos legión los que cantaríamos a voz en grito aquella canción de Miguel Ríos titulada 'Cosas que le debo a Madrid'. Pero me refiero a otra cosa; a la concentración galopante de poder político, económico, institucional y mediático en un país con diseño de kilómetro cero, que ha convertido Madrid en algo más que una capital: es el puente de mando desde el que unos cuantos -políticos, periodistas, jueces, banqueros, empresarios, abogados del Estado y algún intelectual- deciden cómo y por dónde navega España. O al menos lo intentan y cada vez con menos disimulo.

Creo que tener esto claro ayuda a comprender -al menos a mí me sirve- algunas de las galernas que están zarandeando el barco. Y la última, un Gobierno de coalición de izquierdas con asistencia en el parto de los malvados independentistas de ERC ha provocado olas de muchos metros en la carta náutica de esos capitanes de la patria. Es en esas coordenadas donde yo enmarco el insólito desafío lanzado por Isabel Díaz Ayuso para birlarle a Barcelona el Mobile World Congress. Pasamos del “¡A por ellos!” al “¡A por él!”. Pero la presidenta de Madrid no es una friki ni una indigente intelectual. O igual sí, no lo sé. Pero sería un error quedarse en la caricatura, porque su última salida de pata de banco forma parte de una estrategia para convertir Madrid en capital de la resistencia contra Sánchez y sus aliados.

Y en la guerra, más allá de las grandes batallas, ya se sabe que hostigar al enemigo con continuas escaramuzas es una táctica de desgaste que puede funcionar. Tanto la presidenta de la Comunidad como el alcalde de la ciudad aprovechan cualquier excusa en sus apariciones para soltar las andanadas correspondientes; si en la misma frase pueden mezclar libertad, violencia, patria, radicalismo, Constitución, golpismo, derecha, izquierda, Madrid y Catalunya les dan un sobresaliente. Y si añaden Venezuela, matrícula de honor. El Madrid de la corte les arropa, prietas las filas, al grito de: “¡No gobernarán!”. Porque se sienten como Marta Ferrusola cuando la izquierda les desalojó -democráticamente- del Palau de la Generalitat: como si les hubieran robado. Ese Madrid me desespera. Y lo otro también.