La hoguera

Ya inventarán algo para salvar el clima

Confiar en que el impulso tecnológico va a solucionar los problemas derivados del impulso tecnológico es una huida hacia adelante

Un dron, en una foto de archivo.

Un dron, en una foto de archivo. / periodico

Juan Soto Ivars

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Vivimos en paradojas. Por ejemplo, dedicamos grandes esfuerzos a dejar algo a nuestra descendencia cuando el mundo agoniza. Parecemos incompatibles con la idea de la finitud. Las noticias sobre la catástrofe climática nos recuerdan demasiado a las películas apocalípticas que nos han acostumbrado a ver gente corriendo por la calle delante de tornados. Cuando las imágenes de canguros en llamas son reales, vienen por la misma pantalla que las falsas y nos asombran como un efecto especial.

Un impulso vital dentro de nosotros nos empuja a negar las evidencias, a relativizar los daños planetarios, incluso a no creer a los científicos y llamarlos agoreros. Y al mismo tiempo, paradójicamente, si todo fuera cierto, confiamos casi religiosamente en la panacea científica. Ya inventarán algo los genios de Silicon Valley. Un dron para chupar el CO2 y convertirlo en energía, un reactor de fusión que nos permita dejar de quemar combustible, un milagro. También es de película: el chico listo aparece y salva el mundo.

Es bueno tener fe para ir tirando, pero tengamos presente en todo momento que ha sido la cara oscura de la ciencia, el impulso tecnológico, el responsable de buena parte de la situación catastrófica del medioambiente. Sin un armazón ético, la ciencia aplicada termina con el físico Edward Teller inventando la bomba de hidrógeno solo para comprobar si es capaz de llevar a cabo el descubrimiento. En nada se parecen Zuckerberg Teller Pasteur Fleming, que tras descubrir la penicilina decide no patentar el antibiótico por el bien de la humanidad.

La ideología dominante hoy es el impulso tecnológico. La tecnología ha hecho nuestra vida mejor y más larga, pero como advirtieron herejes como Shattuck Postman, tiene la capacidad de emanciparse. Confiar en que el impulso tecnológico va a solucionar los problemas derivados del impulso tecnológico es una huida hacia adelante. Y es contemplar la ciencia con los ojos de un fanático religioso.