Al contrataque
Política petroquímica
Cuando se produce la catástrofe parece que se requiera una atención política para la que no estamos preparados. Aquí a veces parece que servimos únicamente para dar vueltas a la noria
Xavier Sardà
Periodista
Es licenciado en Ciencias de la Información, con una amplia trayectoria en radio y televisión. Su actividad se centra actualmente en tertulias de carácter político.
Xavier Sardà
Prescindo hoy del embrollo político-judicial y del nuevo Gobierno. De pronto, explosión en la petroquímica de Tarragona. Por lo que dicen los vecinos, las alarmas no sonaron. Viven con el susto en el cuerpo. Víctimas. Solidaridad. Protestas contra la Generalitat. Se trata de un suceso plenipotenciario y determinante. La realidad pura y dura se ha situado por encima de la general palabrería. A la hora de la verdad y ante la columna de fuego, la política cicatera a la que estamos habituados por aquí, resuena reiterativa y casi ridícula. La nuestra es una política que a veces solo sirve para fomentar inquinas y difícilmente para optimizar la realidad. Y la realidad, cuando se impone, no conoce ni a su madre.
El <strong>óxido de etileno</strong> es un mal bicho. Sánchez llama a Torra ofreciendo ayuda. Como el argumentario político siempre tiende a descargar responsabilidades culpabilizando al otro, quizá habrá que hacer un curso acelerado de política de siniestro petroquímico.
En lo de las listas de espera y los problemas de sanidad (donde también hay víctimas mortales), la Generalitat siempre culpa a España de todos los males. En esta ocasión no se ha caído en este tipo de tentaciones y hay que subrayarlo.
¿Les parecen reflexiones de mal gusto? A mí me parece de mal gusto que aquí hayamos normalizado la transferencia de responsabilidades más allá del Ebro, y que los ultramontanos de allí devuelvan el óxido con más etileno.
Insisto, cuando se produce la catástrofe parece que se requiera una atención política para la que no estamos preparados. La columna de fuego y humo se alza sobre una de las sociedades que más saliva gasta hablando solo de lo conceptual. Aquí a veces parece que servimos únicamente para dar vueltas a la noria.
Para algunos el accidente de la petroquímica es poco patriota, el óxido de etileno es 'botifler' y el que no hizo sonar las alarmas un constitucionalista. Pero la realidad es obstinada, no se deja encasillar dócilmente y por esa misma razón es intratable ideológicamente. No, una petroquímica no sabe de independencias, 'sociatas' ni constituciones. Sabe, eso sí, de bomberos, equipos de salvamento y voluntarios.
<strong>La Generalitat acusa a la empresa</strong> de no avisar de la emergencia, la gente de la zona acusa a la Generalitat de no avisarles y la Asociación Empresarial Química anuncia que se reunirá con el Govern, los ayuntamientos, los sindicatos y entidades vecinales, para mejorar la seguridad. Treball sancionó a la empresa por incumplimientos. Los trabajadores denunciaron falta de seguridad.
La tragedia es un imponderable y como tal acucia en el momento más inesperado. Es cierto. Pero la cuestión es si en Catalunya estamos en la realidad o en la hipérbole continua.
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