Opinión | Editorial
El Periódico
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Competición desleal entre capitales
Incentivar una rivalidad mal entendida entre Barcelona y Madrid es un ejercicio estéril e irresponsable
«Iremos a por el Mobile World Congress», ha anunciado Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. La política del PP asegura haber iniciado contactos con los organizadores para llevar a la capital la gran cita mundial de la comunicación móvil. Una feria que se celebra en Barcelona desde el año 2006 y que genera 470 millones de euros, 14.000 puestos de trabajo temporal y atrae a más de 100.000 visitantes. Es evidente el interés del congreso, también que una guerra entre ciudades es tan inapropiada como empobrecedora.
Madrid y Barcelona suman talento y capacidad. Juntas derrochan fortalezas. Enredadas en una estéril competencia, solo pueden salir perdiendo. El desafío de Ayuso tiene mucho de bravata y de operación desleal, más aún cuando pretende ofrecer Madrid como solución fácil frente al intento del consistorio barcelonés de trabajar por una ciudad más limpia y social, que ofrezca mejores oportunidades a sus vecinos. Convertir la organización de una feria de estas características en una puja de subasta no es el mejor modo de proteger los intereses de los ciudadanos.
Barcelona es un polo internacional de ferias, congresos y convenciones. El impacto de esta actividad afecta positivamente a amplios sectores económicos. Desde hoteles, restaurantes y transporte, a comercio y servicios de barrio. Es importante ser consciente de su valor y seguir trabajando para consolidar y mejorar su oferta. También Madrid es un destino importante. Ambos enclaves encabezan clasificaciones y ambos pueden alimentarse mutuamente de su situación privilegiada. Entrar en cuitas de rivalidad mal entendida es un insulto al respeto, el aprecio y la colaboración que distingue el día a día de tantos madrileños y barceloneses que saben sumar esfuerzos. La política no debería poner trabas a un camino que la ciudadanía recorre sin problemas. Tampoco utilizar eventos de tal envergadura para alimentar polémicas estériles que, quizá, solo pretenden desestabilizar a socios del Gobierno de Sánchez.
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