La nueva legislatura

Los felices 20 de Colau

La alcaldesa tiene ganas de influir, de mostrar su vertiente más política, algo que posibilita la presencia en Madrid de un Gobierno 'amigo'

Ada Colau defiende el indulto para los presos independentistas

Ada Colau defiende el indulto para los presos independentistas / periodico

Eva Arderius

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Ada Colau respira un poco más tranquila desde el martes 7 de enero. El año 2020 no ha empezado mal para la alcaldesa de Barcelona, necesitaba un poco de aire y Pedro Sánchez se lo ha dado. De hecho, se lo ha dado ERC que con su abstención ha facilitado el Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos.

Las vueltas que da la vida. Esquerra, gran damnificada por Colau en las últimas municipales, le puede salvar ahora el mandato haciendo que en Madrid haya un Gobierno 'amigo' y probablemente con el presupuesto municipal que los republicanos, si nada cambia, facilitaran. Será el primer presupuesto que la alcaldesa podrá aprobar por la vía ordinaria.

Investidura amarga

El último recuerdo que tenía Colau de una investidura no era precisamente ni bueno, ni alegre. Fue el 15 de junio de 2019, el día que Ernest Maragall vio cómo se le esfumaba la posibilidad de ser alcalde y Colau recibía, con cara seria y desencajada, la vara. Aquella investidura fue amarga. Salió de ella con el cargo pero con el apoyo de quien menos deseaba, Manuel Valls. A Ada Colau le costó sobreponerse, asumir los resultados electorales y volver a encontrar su lugar y su tono. Desde entonces las cosas no le han ido del todo bien a la alcaldesa. El contexto político y social no ha ayudado. Este 2019 no ha sido fácil para nadie y en algunos momentos todo apuntaba que podría empeorar. Parecía que la política no pudiera resolver nada, la situación judicial de los presos empeoraba, la ciudad quemaba con los incidentes post-sentencia de octubre, la subida de la ultraderecha... Todo conducía al pesimismo. Además el año se ha cerrado con un punto y final también duro políticamente para la líder de Barcelona en Comú. En el último barómetro de 2019 Colau suspendía por primera vez desde que ejerce el cargo.

Pero cuando todo parecía que podía ir a peor, ha pasado lo contrario, en pocos días las cosas han mejorado para el partido de la alcaldesa. La política se ha impuesto y todo ha empezado a moverse. Se allana el camino para los presupuestos de la Generalitat con un acuerdo sobre fiscalidad entre Esquerra y los 'comuns', se aplana el camino para los presupuestos del Ayuntamiento con un posible acuerdo también con los republicanos y veremos si con una abstención de Junts per Catalunya y probablemente se allanará el camino para las cuentas del Estado. Todavía están vigentes las que hizo Cristóbal Montoro, ministro del Gobierno de Rajoy.

Aprobar el presupuesto es vital para los tres ejecutivos en coalición y con dificultades para formar amplias mayorías. A los tres, Ayuntamiento, Generalitat y Gobierno central les costará hacer reformas que necesiten un amplio consenso. El presupuesto representa para todos poder marcar prioridades y garantizar una mínima acción de gobierno.

Los deseados puentes de diálogo

A todo esto hay que sumarle que tanto Colau como el socialista Jaume Collboni, los dos socios que en Barcelona han probado las ventajas y las dificultades de gobernar juntos, tendrán a alguien a quien llamar. Los deseados puentes de dialogo. Alguien se pondrá al teléfono al otro lado, tanto en la plaza de Sant Jaume como en Madrid.

Y no solo esto, el nuevo Gobierno puede ayudar a revalorizar la marca de los 'comuns' y podría incluso reforzar el liderazgo de Colau. La alcaldesa ya ha conseguido que el ministro de Universidades sea una persona de su confianza, el sociólogo Manuel Castells. Con él llegó el martes al Congreso de los Diputados. Se la veía radiante. No esquivó ningún medio de comunicación.

Colau tiene ganas de influir, de mostrar su vertiente más política. Ya lo ha hecho apostando por el indulto de los presos. Aspira a poder ejercer su papel de mediadora con el que tan cómoda se siente. El 2020, si nada se tuerce, no pinta, de momento, nada mal para ella. Seguro que ya imagina un mandato con políticas de izquierdas. Que Pablo Iglesias le ayude con la regulación de los precios del alquiler, con la lucha contra la pobreza y la emergencia climática. Hasta el momento no ha podido hacer todo lo que deseaba. Este nuevo Gobierno Sánchez-Iglesias da un poco de aire en un mandato que se intuía muy difícil. A los 'comuns' no se les veía tan contentos y tan emocionados desde mayo del 2015, cuando ganaron, contra pronóstico, la alcaldía de Barcelona. Quizá lo que ha pasado esta semana en Madrid también será clave para volver a las alianzas tripartitas, una palabra que algunos no quieren ni oír. Lo que puede cambiar una investidura, aunque sea a 600 kilómetros de distancia.