DOS MIRADAS

Fuera de juego

El VAR me recuerda a esta JEC que se reviste de máxima autoridad cuando no deja de ser un despacho provisional

El 'president' de la Generalitat, Quim Torra, minutos antes de la declaración institucional tras la resolución de la JEC y la ratificación del Tribunal Supremo, el viernes 10 de enero

El 'president' de la Generalitat, Quim Torra, minutos antes de la declaración institucional tras la resolución de la JEC y la ratificación del Tribunal Supremo, el viernes 10 de enero / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Una de las críticas más habituales sobre la utilización del VAR es que desvirtúa el sentido del juego, sobre todo en los casos del fuera de juego. Ya se ha desdibujado el concepto de "estar en línea", porque para hacer cumplir la ley ahora se trazan, a posteriori, unos segmentos horizontales que pueden llegar a calibrar, hasta el milímetro, la supuesta posición avanzada de un jugador.

¿Se habría pitado un determinado fuera de juego sin los instrumentos ópticos? No. ¿Hasta qué punto la hipotética perfección técnica es fiel al espíritu de la norma? La desdibuja, la pervierte. Se certifica la sanción, pero siempre queda la sensación de que no se trata de acreditar lo real sino de impostar la realidad para que se adecue a una voluntad anterior de punición. Ya sabían que debían sancionar y el VAR permite la distorsión.

Me recuerdan a tribunales y demás instrumentos administrativos, como esta JEC que se reviste de máxima autoridad cuando no deja de ser un despacho provisional. Evitar el debate político y el respeto a la disidencia a partir de apreciaciones que se usan cuando les va bien para dinamitar el juego democrático. No admiten que otros arbitren el partido. Deben hacerlo ellos.