Símbolo de fortaleza

Los hombres sí lloran

Mostrarse débil delante de la gente es de fuertes, es como una declaración de intenciones muy potente

Pablo Iglesias, visiblemente emocionado después de la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, el martes 7 de enero.

Pablo Iglesias, visiblemente emocionado después de la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, el martes 7 de enero. / periodico

Imma Sust

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Una imagen para lo posteridad. Pablo Iglesias llorando en la investidura de Pedro Sánchez. Mucho se ha especulado sobre lo que le llevó a sacar esas lágrimas en el Congreso, pero la verdad es que eso no es lo importante. Lo realmente significativo es que estamos delante de un cambio de modelo masculino importantísimo. Que un político hombre llore sin problema delante de toda España nos da muchas pistas sobre cómo puede evolucionar nuestro país y cierta esperanza a algunas sobre el nuevo Gobierno

Siempre se ha creído que mostrar tus sentimientos en público es de débiles, pero en estos momentos de la película creo sinceramente que es todo lo contrario. Esos que nunca muestran sus emociones ni expresan lo que sienten, esos machos que se disfrazan de fuertes para no mostrar ninguna debilidad, esos son los más frágiles de todos.

La perfección crea desconfianza

Mostrarse débil delante de la gente es de fuertes. Es como una declaración de intenciones muy potente. Te digo que soy lo suficientemente fuerte como para que me veas deprimido, triste o llorando. No escondo mi dolor ni mi ansiedad. Si quieres aparentar demasiada perfección y no me muestras ninguna emoción, me voy a dar cuenta de que me estas engañando y me crearás mucha desconfianza. Algo muy malo en un político. 

Iglesias es un hombre del siglo XXI. Un político feminista que dice las cosas por su nombre y que, si tiene que llorar, llora, sin importarle las críticas. Tampoco le tiembla el pulso si le da a su mujer la cartera de Igualdad. Seguramente porque la considera algo más que «su mujer». Muchas críticas ha recibido también por ello, como si Irene Montero fuera un florero que acaba de llegar y no llevara un montón de años haciendo política.

Pero no todos están contentos con este nuevo Gobierno feminista, algunos machotes están muy enfadados. Pero por muy disgustados que estén, por mucha rabia que sientan, no serán capaces de soltar ni una sola lágrima. Se expresarán mejor con gritos, insultos y faltas de respeto. ¿Que ha llegado la sensiblería al Congreso? Pues demos las gracias y esperemos que dure.