El futuro Gobierno

Los juegos de la coalición

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Antón Losada

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Casi todo en política puede explicarse con algún modelo suministrado por la teoría de juegos. Los gobiernos de coalición suelen necesitar varios modelos y mucha inventiva. De entrada, la coalición puede responder a un juego simétrico, donde los jugadores obtienen las mismas recompensas según el éxito de sus estrategias; o a un juego asimétrico, donde no son iguales y reciben recompensas diferentes por tratarse de uno u otro. La coalición PSOE-Podemos plantea una situación de asimetría entre las posiciones y apuestas de ambos. No se juegan lo mismo y ahí suele radicar el problema de las ententes asimétricas. El socio pequeño busca obtener las recompensas del grande y el asociado principal busca ampliar su mayoría. Por eso los equilibrios resultan frágiles y caen más en la competencia que en la cooperación.   

A la simetría de la matriz, debemos añadir el tipo de juego que prefieren desarrollar los socios. Pueden elegir entre una estrategia más cooperativa o competitiva. Los jugadores pueden pensar que su ganancia depende principalmente de cuánto pierdan los otros e ir a juegos de suma cero. O que solo resultan satisfactorios aquellos resultados donde su ganancia o su perdida mejoran de manera clara el marcador de los demás e ir a juegos de suma negativa. En ambos casos, la acción del gobierno y su comunicación se convierten en un botín a arrancar de manos de unos competidores, no socios. Si los otros obtienen un titular y una buena foto, no se descansa hasta lograr un titular a más columnas y una fotografía mejor. Si un socio acapara las portadas dos días con las filtraciones de sus nombramientos, otro no reposa hasta que las copa toda la semana.  

En términos de gobierno el resultado suele ser la subprovisión de las políticas, por cuanto buena parte de sus recursos se han malgastado en una competición interna que facilita y abarata sustancialmente los costes de ejercer la oposición; los socios suministran, gratis total, la munición precisa para disparar contra la otra parte del ejecutivo.

La estrategia alternativa pasa por plantearse la coalición como un juego cooperativo donde, a mayor colaboración, mayor beneficio, porque la ganancia propia depende de que las restantes partes también obtengan provecho. La coalición se plantea como un juego de suma positiva y la clave reside en que todos perciban como justo el beneficio que obtenga cada cual. La equidad en el reparto mantiene el equilibrio colaborativo. El modelo que mejor lo asegura es el Juego del seguro: los socios solo reclaman sus ganancias si todos han asegurado las suyas. En lugar de disputarse las portadas para ver quién nombra más, se reparten los papeles para que a cada uno le toque la cuota de protagonismo que le corresponde. 

En este modelo, mejora la producción de políticas del gobierno y a la oposición se le disparan los costes. Es la mejor jugada. El problema reside en que, cuando se dan cuenta, para muchas coaliciones ya resulta demasiado tarde.