UN NUEVO TIEMPO POLÍTICO

El reto es pasar página

Pablo Iglesias, saludando a Pedro Sánchez tras la investidura.

Pablo Iglesias, saludando a Pedro Sánchez tras la investidura. / DAVID CASTRO

Olga Ruiz

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El gran reto no es la formación del gobierno, a pesar de las dificultades, la incertidumbre y la tensión acumulada. A pesar de la espera que a punto ha estado de acabar con la paciencia de muchos ciudadanos. Las dos citas electorales consecutivas han hecho recaer una doble y absurda responsabilidad (por reiterativa) sobre nosotros, como si fuéramos incapaces, dándonos a entender que la primera vez no lo hicimos bien, que nos equivocamos. Los políticos no nos han tratado bien y nosotros hemos respondido como mejor sabemos: con compromiso y responsabilidad democrática, votamos prácticamente lo mismo y además castigamos a aquellos que no han querido respetar nuestra voluntad. Veamos la parte positiva en tanto mareo: estos meses de letargo político reafirman nuestro enorme poder, quizás algunos no lo han asumido todavía pero somos nosotros los que decidimos. 

El reto más importante tampoco es el llamado conflicto catalán, ahora ya reconocido como conflicto político en Catalunya. Quizás sí el más ambicioso, el material más sensible que va a modelar el nuevo Ejecutivo y sin duda el más arriesgado pero, al contrario de lo que pueda parecer, el Gobierno cuenta con una imperiosa necesidad a la que puede sacar rédito: cada vez somos más lo que queremos encontrar una solución. Es posible que los sentimientos sobre la independencia de Catalunya sigan siendo objeto de discrepancia profunda, pero la fractura que hace unos años se vivía -especialmente entre los catalanes- se ha convertido en la necesidad compartida de encontrar una salida que aunque sea imperfecta, nos permita construir y ser -sobre todo ser- a unos y a otros. En este sentido el diálogo es lo mínimo que muchos esperamos del nuevo Gobierno y es, a la vez , lo mínimo que debemos exigir a los partidos independentistas suplicantes activos de ese diálogo en los últimos años. Antes, por el bien de los encuentros y como declaración de buenas intenciones, ERC y especialmente JxCat, deben solventar algunos asuntos en clave catalana: calibrar las posibilidades reales de sus ambiciones, abandonar realidades paralelas y celebrar elecciones en el Parlament son los más urgentes. El abuso de la calculadora electoral en cada declaración nos impide saber sus verdaderas intenciones.

El primer Gobierno de coalición tiene ante sí la posibilidad de ofrecernos lo que dicen representar: políticas de izquierdas que vuelvan a poner en el centro a las personas. Pero no podrán hacerlo solos, ni siquiera con la ayuda de socios puntuales. El gran reto de este país tiene que ver más con la oposición (con toda ella) que con el Gobierno y no es otro que aprender a pasar página. Mientras los partidos que han perdido las elecciones sigan sin aceptar la derrota, permanezcan instalados en el discurso del golpismo sin que haya golpe de Estado y el terrorismo sin que haya terroristas y además utilicen a las víctimas de ETA sin que quieran ser utilizadas mientras España sea solo 'su' España no habrá política posible. Hagan oposición, por supuesto, pero pasen página, que nos queda mucho libro por leer.