Las políticas de igualdad

Feminismo de Estado

Debemos exigir que la perspectiva de género esté presente en la globalidad de las políticas públicas promovidas por los gobiernos, tanto los de proximidad como los autonómicos y estatales

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Sònia Guerra

Sònia Guerra

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El feminismo como teoría y práctica política ha logrado ocupar el centro de la agenda pública en nuestro país desde que el 8 de marzo de 2018 miles de mujeres y cientos de hombres ocuparon el espacio público para denunciar las discriminaciones y violencias que sufrimos las mujeres por el único hecho de serlo. Las manifestaciones multitudinarias en toda España eran la respuesta, entre otras cuestiones, a la sentencia injusta por el caso 'La Manada'.

La víctima y superviviente de este caso contribuyó, desgraciadamente, a que esta violencia estructural trascendiera la vida y el ámbito privado para convertirse en una cuestión de Estado, y por tanto, responsabilidad de todos y todas las que conformamos la nuestra sociedad. Ejemplo de ello es también Ana Orantes, quien hace 22 años consiguió, con su denuncia, y su posterior asesinato, que la violencia machista dejara de ser un 'asunto de familia' para convertirse en una cuestión de interés general. Paradójicamente las nuevas fuerzas políticas neofranquistas con representación en el Congreso de los y las Diputadas, así como el PP y Cs, con los que comparten gobierno en las comunidades autónomas de Madrid, Castilla y León, Andalucía o Murcia, se empeñan en blanquear la violencia machista y amargarle la tras el concepto 'intrafamiliar'. No lo consentiremos. Como tampoco consentir que se manipulen los datos y se relacionen este tipo de delitos con la población extranjera como ha hecho el líder de la ultraderecha <strong>Santiago Abascal </strong>en su intervención durante el debate de investidura. Esto no tiene nada que ver con que viene de fuera. Se dice machismo. Y mata.

Parlament de les Dones

El pasado 17 de diciembre se celebraba en el Parlamento, a iniciativa del Consell Nacional de les Dones, el Parlament de les Dones para hacer un diagnóstico de la situación de las catalanas; y por tanto, también de los catalanes. El resultado de este análisis es lo que todos y todas sabemos a pesar de que se quiera pasar de puntillas: brecha salarial del 23%, brecha de las pensiones del 37%, techos de cristal que impiden llegar a los puestos de decisión (solo el 20% de las cátedras catalanas están ocupadas por mujeres), y 162 mujeres asesinadas, la última el día de Reyes en Esplugues de Llobregat, en manos de sus parejas o exparejas desde el 2003 (1.034 en España). En este contexto es más que preocupante que Catalunya sea la segunda comunidad autónoma con más mujeres muertas por violencia machista (la primera es Andalucía con un millón más de habitantes), al tiempo que la que menos órdenes de protección otorga (52% denegadas en el 2018 según datos del Consejo General del Poder Judicial).

El diagnóstico está claro. El machismo es una lacra independientemente de la clase social, del origen, de la religión, de la edad, del nivel sociocultural. Ha llegado la hora de pasar a la acción. Ha llegado la hora de la política como instrumento transformador de la realidad en su máxima expresión. Veinticinco años después de la 4ª Conferencia Mundial de la Mujer de Pekín, debemos exigir que la perspectiva de género esté presente en la globalidad de las políticas públicas promovidas por los gobiernos, tanto los de proximidad como los autonómicos y estatales. Necesitamos medidas valientes y estratégicas. Porque las mujeres somos ciudadanas de primera, hay que invertir en nosotros, en nuestras necesidades, en nuestras promociones y en nuestra protección.

El Parlament de les Dones debe ser el punto de inflexión. Necesitamos coeducación desde la infancia, medidas concretas y valientes para acabar con la brecha salarial y el techo de cristal tanto en el sector público como privado, acciones en favor de la corresponsabilidad y los nuevos usos sociales de los tiempos, y un Pacto Catalán contra la Violencia Machista, que priorice la atención inmediata y en red de las mujeres maltratadas y que a la vez vele por la inclusión de cláusulas de género en los contratos públicos en general, y especialmente en los servicios de atención a las víctimas de violencia machista, para evitar la perpetuación de la precarización laboral y por tanto, de la pobreza femenina.

Luchar contra el patriarcado requiere valentía, compromiso, coherencia y estrategia. Requiere priorización política. En su último Congreso el PSC ha rebautizado la Secretaría de las Mujeres como Secretaría de Políticas Feministas, con la meta de convertirla en uno de los ejes estratégicos con los que los y las socialistas queremos transformar el mundo. Por todas las que nos han precedido, por todas las que perdieron su vida denunciando el patriarcado y defendiendo una sociedad justa e igualitaria, por todas las que estamos pero también, y sobre todo, por todas las que vendrán, ahora más que nunca, exigimos más feminismo y más igualdad. Hace falta feminismo de Estado.