análisis

Fuera 'hooligans' de los estadios (y los hemiciclos)

Desalojar a los ultras de los circos político y futbolero es un propósito complicadísimo

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Iosu de la Torre

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Un grupo de hinchas indeseables se comportó, durante el partido de fútbol entre los filiales del Barça y Espanyol, como si fueran diputados de derecha extrema, extremísima, tratando de abortar la votación del nuevo presidente del Gobierno. La crispación, la mala educación, los comportamientos salvajes parecen inherentes a 'homo sapiens hispanicus'. Nunca se habían extinguido. 

Tratamos de engañarnos diciendo que los ultras en el estadio y el hemiciclo son minoría y que la cosa no llegará a descontrolarse. Seguramente nos estemos equivocando. La futbolización de la política y la politización del fútbol como metáforas embarradas cada vez más.

Para elegir a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, el PSOE tiró de hormonas para referirse a los valientes que, entre síes y abstenciones, arrojaron un marcador de 167-165 que apagó, por unos instantes, el ruido guerracivilista. El 'apoyazo' sobre el 'tamayazo'.

Todos los avisos valdíos

El sábado, en el estadio Johan Cruyff, no hubo valientes para frenar a las bestias. Sirve de poco que el club avise por la megafonía y el marcador electrónico que la ley persigue las malas conductas. O que las estrellas como Messi, Salah o Ibrahimovic lideren campañas por el respeto. Los energúmenos se obcecan hasta perder los sentidos. Dan tanto miedo que paralizan al resto de la afición, envuelta en el espectáculo, que miran hacia otro lado y se mimetizan con el silencio. 

A estos monstruos les dicen 'boixos nois' y muchos de ellos tienen los treintaytantos años y mucho músculo de gimnasio diario. A los veintitantos locos del Barça desalojados tras sus cánticos vergonzantes contra el Espanyol tuvieron que desalojarlos los seguratas del club con intervención de los Mossos d’Esquadra. 

Las tropas antiprogresistas del Congreso tuvieron  un martes de mala digestión (y las que vendrán) ante el resultado que no se alteró pese a las invocaciones a la Guardia Civil de ciertas diputadas. Pronunciése como lo hace Òscar Dalmau cada mediodía en 'La competència' de RAC1, 'Guardiasivil, polisia', más que nada para desatar la risa, esa que tan bien maquilla el espanto ante tanto ultramontano. 'Guardiasivil, polisia'.

El 167-165 de los leones del Congreso aparenta relativo orden en la política mientras se desenreda la canallada a Oriol Junqueras y al resto de presos políticos. Váya usted a saber. 

Medidas y remedio

Tras la derrota del fútbol en el  vivero del Barça cabe reclamar que de una vez por todas se tomen auténticas medidas para zanjar la violencia en las gradas.  Los salvajes del derbi B no deberían volver a pisar nunca más un estadio. Que dejen el nombre de Dani Jarque en paz. Que no pisen tampoco el RCDE Stadium los que vociferan contra Piqué Shakira. En cualquier caso, no nos engañemos. Desalojar a los ultras de los circos político y futbolero es un propósito de complicadísimo remedio.