El cambio de año

El tiempo escurridizo

El reloj de los flamencos, en el Museu d'Història de Barcelona.

El reloj de los flamencos, en el Museu d'Història de Barcelona. / MANU MITRU

Care Santos

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No me extraña que los seres humanos nos liemos con el tiempo. ¿Habrá algo más inasible, más imposible de cuantificar, más abstracto? La humanidad ha invertido mucha energía en encontrar un modo de medirlo. A menudo ha hecho el ridículo. Yo siento gran admiración por un señor llamado Sosígenes quien, a petición de Julio César fijó la duración del año en 365 días y seis horas. Se equivocó, pero solo en 11 minutos y 9 segundos, un par de segundos por día, lo cual considerando la tecnología disponible en el año 45 a. de C. es una auténtica proeza.

Los sacerdotes egipcios se adelantaron un par de milenios en eso de dividir el año en 365 días y 12 meses. Observaron que las crecidas del Nilo se repetían en ciclos anuales. Habían utilizado antes diversos calendarios, todos insatisfactorios. Con el mejor de ellos perdían un día cada cuatro años, algo que también les ocurrió a los inventores del calendario gregoriano, el que nos rige en la actualidad, y de tantos otros. Sea como sea, el tiempo siempre se nos escapa por algún resquicio.

Los desfases temporales crearon los años bisiestos y, en algunos casos, provocaron saltos propios de la máquina del tiempo que Wells aún tardaría varios siglos en imaginar. En 1582, a causa de la reforma del calendario impulsada por Gregorio XIII, en diversos países europeos -entre ellos España y Portugal- al jueves 4 de octubre le sucedió el viernes 15 del mismo mes. Los diez días intermedios nunca existieron.

Todo esto viene a cuento de otra cuestión de cómputos temporales que estos días ha estado en todo su apogeo: los resúmenes del decenio. Por todas partes hemos visto y oído balances de los años diez del siglo XXI. Quienes los han publicado ignoran que la década no ha terminado, aunque la redondez de las cifras (2020) nos inviten a celebrar algo. El año cero fue como los diez días de 1582. Nunca existió. El primer decenio discurrió entre el año 1 y el año 10. Lo cual significa que hay que esperar un año para resumir el último. Otra cosa es que los seres humanos, que medimos el tiempo porque somos impacientes, seamos capaces de esperar.