Opinión | Editorial

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Caos en el Parlamento de Venezuela

El enfrentamiento de legitimidades coloca al país caribeño en un estado de tensión preocupante

guaido asamblea nacional de venezuela

guaido asamblea nacional de venezuela / periodico

Las imágenes de la policía impidiendo el acceso a la Asamblea Nacional (AN) de Venezuela al líder opositor Juan Guaidó el pasado domingo, mientras en el interior del Palacio Legislativo se elegía como presidente de la institución a Luis Parra sin los votos de la oposición, refleja el caos en que se halla sumida Venezuela. Con esta maniobra del régimen de Nicolás Maduro para intentar desposeer a los antichavistas del dominio que tenían en la AN se agrava la crisis en el país caribeño. Esta estrambótica circunstancia aún tuvo una segunda parte, en la sede del diario 'El Nacional', donde se celebró una sesión alternativa en la que, esta vez sin los diputados oficialistas, salió reelegido Guaidó como presidente de la AN. Dos presidentes para la misma Cámara elegidos con escasas horas de diferencia: difícil construir un escenario más incierto. El enfrentamiento de legitimidades coloca a Venezuela en un estado de tensión permanente nada favorable para la estabilidad que precisa un país castigado y empobrecido. Este martes se celebra una sesión ordinaria en la AN, que se prevé igual de agitada que la anterior.

Hace un año, el país ya vivió escenas convulsas, cuando Guaidó fue elegido presidente de la AN y se autoproclamó «presidente encargado» de Venezuela. Unos 60 países, incluida España, reconocieron entonces al opositor como presidente interino, y este lunes algunos de estos países volvieron a mostrarle su apoyo. Estados Unidos y el Grupo de Lima fueron de los más entusiastas en su defensa. La Unión Europea, en un tono quizá más moderado, también denunció las «irregularidades» en la votación en el Parlamento y mantuvo su reconocimiento a Guaidó como presidente de la institución, hasta que se garanticen las condiciones para un proceso legítimo de elección. Aunque todavía es difícil saber con certeza si se alcanzó el quórum de diputados necesario para validar la sesión, el hecho de que un amplio dispositivo policial impida la entrada de un grupo de diputados a la sede del poder legislativo suscita algo más que dudas sobre la legalidad del procedimiento. La versión ofrecida por Maduro de que Guaidó no acudió a la votación parlamentaria porque «no quiso dar la cara» –dando a entender que sabía que la iba a perder– resulta muy poco creíble.

Este último y caótico episodio en Venezuela alimenta además los intereses de los gobiernos contrarios al régimen de Maduro. En lugar de transitar hacia una solución ordenada, envuelve al país caribeño en una incertidumbre y una crispación social y política que podrían dar alas a los defensores de una injerencia extranjera, un escenario indeseable.

Venezuela es una valiosa pieza del tablero internacional, en una partida que disputan los bloques que lideran Estados Unidos, por un lado, y Rusia y China, por otro. Con la velada amenaza de fondo de una intervención armada estadounidense, lo que menos conviene a Venezuela son acciones que recrudezcan la crisis. Todo lo contrario, los esfuerzos de todas las fuerzas del país deben centrarse en buscar la estabilidad y normalidad políticas. Y la acción diplomática internacional debería ayudar a un auténtico proceso de democratización, que ahuyente el fantasma de la violencia en las calles.