IDEAS

De lo obvio y lo inexplicable

Brad Pitt y Leonardo DiCaprio en 'Érase una vez... en Hollywood' de Quentin Tarantino.

Brad Pitt y Leonardo DiCaprio en 'Érase una vez... en Hollywood' de Quentin Tarantino. / periodico

Nando Salvà

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Sobre los integrantes de la HFPA (Hollywood Foreign Press Association) suelen decirse muchas cosas y muy pocas buenas: que son un grupo envuelto de secretismo, que algunos de ellos apenas hablan inglés, que son sospechosamente proclives a aceptar regalos y que hacerse fotos con las estrellas les pierde. También se los conoce como unos jueces imprevisibles, no tanto porque quieran dar la nota como por pura inconsciencia, y anoche hicieron buena esa fama con un reparto de estatuillas basado en algunas decisiones cantadas de antemano -la mayoría de los premios interpretativos, por ejemplo-, pero también en varias inexplicables: que 'El irlandés' se fuera a casa de vacío, en especial, tiene tanto sentido como un papagayo en una mina de carbón. Aunque también es cierto que resulta más fácil imaginarse a los ilustres votantes disfrutando del espectáculo deslumbrante pero más bien vacío ofrecido por '1917' que paladeando la monumental elegía mafiosa de Scorsese; a ciertas edades -y se comenta que edad es algo de lo que los miembros de la HFPA van sobrados- una película de tres horas y media de metraje es una invitación a la cabezada.

Los integrantes de la HFPA han hecho una vez más buena su fama de jueces imprevisibles

Por supuesto, tiene mucho más sentido el triunfo en casi todas sus categorías de 'Érase una vez... en Hollywood', que tal vez haya emergido de la ceremonia de anoche convertido en el gran título a batir cara a los premios de la Academia; después de todo, es una película soberbia que, además, celebra algo por lo que quienes reparten esos otros galardones sienten predilección: ellos mismos. Por otra parte, eso sí, la única certeza ofrecida por lo sucedido en la gala es que Netflix necesita empezar a mandar licor del bueno a usted ya sabe quién. Los que esperen encontrar en ella verdaderas claves sobre quién ganará el Oscar corren el riesgo de acabar con la misma cara de perplejidad que Tom Hanks puso anoche, durante el monólogo de Ricky Gervais.