Vida cotidiana y principios físicos

La verdad científica

En estos tiempos de verdades a medias y posverdades algo habrá que hacer para identificar aquello de cuya certeza tenemos más evidencias

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Pere Puigdomènech

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Es posible que sea uno de los conceptos más debatidos y denigrados en los últimos tiempos. La muerte de la verdad ha sido proclamada por pensadores de diferentes tendencias y utilizada por políticos y periodistas. Pero acercarse a ella es la finalidad misma de la ciencia, aunque los mismos científicos pueden haber ayudado a que pierda su valor absoluto. En estos tiempos de verdades a medias y posverdades algo habrá que hacer para identificar aquello de cuya certeza tenemos más evidencias. Entre muchos otros temas hablamos de salud, de alimentación, de cambio climático (“Escuchad a los científicos”, dice Greta Thunberg). No parecen cuestiones triviales.

La posibilidad de que podamos alcanzar un conocimiento veraz ha llenado y llena páginas de discusiones filosóficas. La deformación de la realidad a la que asistimos y que se amplifica por los medios de comunicación de masa ha decretado su defunción. Hay que admitir que, por razones diversas, la ciencia moderna ha contribuido a que lleguemos a la conclusión de que es imposible llegar a un conocimiento cierto de la realidad. Unas de ellas proceden de la interpretación de principios matemáticos, como los teoremas de Gödell o el principio de incertidumbre de la mecánica cuántica, que parecen implicar la imposibilidad de un conocimiento cierto y consistente. Otras proceden de las mismas teorías de la física, como la teoría de la relatividad o la mecánica cuántica, que parecen proponer visiones incompatibles con los conceptos en que basamos nuestra vida cotidiana.

El precio de la confusión

Otras razones de la actual situación proceden de la práctica de la ciencia misma. Todo científico debe basar su trabajo en la duda sistemática y debe respetar opiniones de otros colegas por muy descabelladas que parezcan. A ello se añade que quienes desean llegar a conclusiones sobre algunos temas se enfrentan a incertidumbres basadas en la complejidad del problema o en la falta de datos fiables. Por tanto a menudo el mensaje que le llega al ciudadano no iniciado le puede parecer confuso y contradictorio y no le permite saber si hay conclusiones con algún nivel de veracidad. En estas circunstancias los nuevos medios de comunicación permiten la proliferación de opiniones diversas que pueden rayar lo absurdo como aquellos que proclaman que la Tierra es plana. Este caso nos puede parecer folklórico, pero cuando hablamos de la vacunación de los niños o de la negación del cambio climático y sus causas, alguna de estas posiciones puede llegar a afectar cuestiones globales urgentes o incluso la vida de la gente.

Algunos proponen que hay que reivindicar las posiciones de aquellos que fundaron hace tres siglos lo que conocemos como la Ilustración y que se proponía disipar las tinieblas de la ignorancia. Su desarrollo encontró uno de sus fundamentos en las ideas de la ciencia, en particular de la física de Galileo y Newton. Sus leyes de la mecánica permitían encontrar una base sólida para entender al mismo tiempo por qué los objetos caen hacia la superficie de la Tierra y por qué los planetas se mueven alrededor del Sol. Desde el punto de vista de la física, las leyes de nuestra vida cotidiana, ahora como hace tres siglos, son las que propuso Newton. Para encontrar evidencias de la teoría de la relatividad hay que hacer experimentos muy sofisticados. Aunque muchas tecnologías actuales encuentran su base en la mecánica cuántica, su validez aparece cuando investigamos a niveles del átomo o inferiores y esto está lejos de nuestra experiencia diaria. Podemos hacer las especulaciones que queramos, pero si dejamos caer un vaso de vidrio a una cierta altura, con toda certeza caerá al suelo siguiendo las leyes de Newton y se romperá.

Los científicos no solemos utilizar la palabra verdad ni la de certeza porque hay que dejar siempre la puerta abierta a cualquier nuevo dato que puede abrir nuevas maneras de entender la realidad. Y la complejidad creciente de observaciones y teorías incluyen tratamientos estadísticos que suelen proporcionar conclusiones de naturaleza probabilística. Pero los objetos caen y se rompen y los aviones levantan su vuelo siguiendo las leyes clásicas de la física y dan la vuelta a la Tierra con su forma de esfera (aproximada). Y si entre todos dejamos de vacunar a nuestros hijos van a volver enfermedades que creíamos olvidadas o si no actuamos sobre nuestras emisiones de gases ricos en carbono el clima va a ir cambiando de forma que va a afectar nuestra vida. Quizá no le debamos llamar verdad científica, pero parece sensato actuar como si lo fuera.