El futuro Gobierno

¿Se levanta la niebla?

La investidura, que ahora está encarrilada, es condición necesaria, pero ni mucho menos suficiente para la estabilidad política

Ilustración de Leonard Beard

Ilustración de Leonard Beard / periodico

Joan Tapia

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La niebla domina la vida política catalana y española. La catalana porque la condena al ‘president’ Torra -recurrida ante el Supremo- hace casi inevitable unas próximas elecciones anticipadas. Las crecientes y cada día más visibles tensiones entre los dos socios de gobierno, JxC y ERC, no parecen dejar otra salida.

La bruma catalana -nadie sabe lo que puede salir de las elecciones- sigue siendo pues muy espesa. Por el contrario, la niebla sobre España, que desde las elecciones de noviembre era muy densa, se ha levantado un poco los últimos días del 2019. Hasta entonces se podía temer que la fragmentación política hiciera imposible -como ya pasó tras las elecciones de abril- una investidura y que se tuviera que ir a otras elecciones, las terceras en menos de un año y las quintas desde finales del 2015.

La negativa de Rivera

La prolongación de una tan larga inestabilidad era lo peor que podía pasar. Por eso parece aberrante lo sucedido tras las elecciones de abril, cuando un Gobierno de Sánchez apoyado en Cs con más de 180 diputados -que para muchos no era lo mejor- habría como mínimo garantizado la estabilidad y la sintonía con Europa. Albert Rivera lo impidió y Cs es hoy, sin líder y con menos de la quinta parte de sus diputados, un partido sin rumbo.

Ahora estamos donde estamos y lo positivo es que parece que al final habrá <strong>investidura el 7 de enero</strong>. En efecto, el pasado lunes se concretó el pacto de gobierno PSOE-Podemos, se cerró el apoyo del PNV y de otros partidos menores, y se dio un gran paso para garantizar la abstención de los diputados de ERC en la segunda votación, cuando ya no se precisa la mayoría absoluta, sino solo más votos afirmativos que negativos.

El nuevo Gobierno de izquierdas (con apoyo del PNV) será objeto de muchas críticas. Pero es el único posible tras las elecciones de noviembre y la reiterada negativa de la derecha a facilitar la investidura de Sánchez. Más vale un Gobierno que la prórroga de la inestabilidad, sin garantías de que tras otras nuevas elecciones la situación fuera más clara. Y con el temor de que solo sirvieran para aumentar el peso de la extrema derecha que en un año ha pasado de la nada a ser la tercera fuerza parlamentaria.

Que ERC facilite la investidura será muy criticado en Madrid. Pero también es alentador que los republicanos se impliquen en la resolución de la gobernabilidad de España. Y que en el pacto de investidura estén dos partidos nacionalistas, el PNV y ERC, puede verse como muy peligroso -así se ha apresurado a declararlo la derecha-, pero también con esperanza en la apertura de un diálogo difícil y muy complejo pero imprescindible. Tras tantos años de conflicto por la ausencia de diálogo, desde la sentencia del Constitucional del 2012 sobre el Estatut, es obligado y saludable dar a la negociación otra oportunidad.

Pero, el nuevo Gobierno -si el Consell Nacional de ERC de este jueves acaba aprobando el pacto- ni lo tendrá fácil ni despejará la gran cantidad de problemas a los que se deberá enfrentar. Sobre ellos tendremos que volver.