IDEAS

La cultura está llena de memoria

Combo de fotografías de archivo que muestran a Poniatowska y a Arreola.

Combo de fotografías de archivo que muestran a Poniatowska y a Arreola. / periodico

Lucía Lijtmaer

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Mientras un manto de algas avanza sinuosamente por algún océano contemplo sin sorpresa la rehabilitación de todos aquellos maltratadores en nuestros entornos y también en espacios ajenos. En estos mismos instantes, algún meteorito avanza y estalla contra un planeta y se rompe en mil pedazos. Tras él solo queda gravilla. Y mientras tanto, dos personas se saludan, la cotidianidad sigue, avanza la desmemoria.

A medida que el sol de invierno recorre su órbita leo que Elena Poniatowska, premio Cervantes del 2013, ha denunciado que el escritor mexicano Juan José Arreola la violó y la dejó embarazada en 1954. La denuncia se suma a las recientes declaraciones de otra autora, Tita Valencia, en las que afirma haber sido maltratada por Arreola.

Contemplo sin sorpresa la rehabilitación de los maltratadores en nuestro entorno y también en espacios ajenos

Mientras el agua salada nos roza los tobillos contemplo sin sorpresa, como decía, la rehabilitación de tantos maltratadores en tantos entornos. Tras un par de años agazapados, sin hablar, vuelven a sus charlas, a sus espacios seguros –¡la ironía! –, a declamar sobre lo que sea que hagan. Declamar es importante. Llena el silencio de ruido. Quizá la sorpresa sí me sobreviene cuando contemplo a los amigos haciéndoles la ola. O quizá no tanto. Nos hacemos mayores, todos, perros viejos ya a finales de este año.

La cultura está llena de memoria, en las canciones, en los escritos, a veces en clave, otras veces no tanto. Y años después ellos se llevan las manos a la cabeza: ¿cómo no lo vimos? ¿Cómo no supimos verlo? Pero ellas habían hablado. Y decidisteis ignorarlo o tacharlas, a las artistas, a las compañeras, siempre minusvaloradas, de locas. Porque vosotros sois La Cultura, en mayúsculas, pero nosotras, y nuestra resistencia, estamos llenas de memoria.

no vamos a parar de señalarlo jamás. Sabemos que el tiempo nos da la razón, solo nos queda que brote el estupor, que crezca y trepe como una enredadera. La rehabilitación de la memoria siempre llega. El resto es cáscara de huevo, alquitrán, grava. En definitiva: vergüenza.