La hoguera

Por qué los hombres viven menos

Hombres bailando con la muerte de las formas más estúpidas y grotescas desfilan por la cuenta de Twitter @vivenmenos, que servirá de fondo documental para futuros estudios sobre la predisposición masculina a la autodestrucción

balconing

balconing / periodico

Juan Soto Ivars

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hombres poniéndose el palo de un cohete entre las nalgas y encendiéndolo, con previsibles consecuencias; embadurnándose en alcohol y pegándose fuego para correr a lo bonzo hasta una laguna cercana; corneados por vaquillas a las que previamente han cabreado; tirándose de coches en marcha, por barrancos, desde ventanas. Hombres bailando con la muerte de las formas más estúpidas y grotescas desfilan por la cuenta de Twitter @vivenmenos, que servirá de fondo documental para futuros estudios sobre la predisposición masculina a la autodestrucción. ¿Cultural, histórica, biológica? Misterios.

¿A qué se debe que tan pocas mujeres encuentren divertido, por ejemplo, envolverse en una traca y encender la mecha (caso real)? ¿Por qué son casi siempre hombres los que, risueños, 'destarabicados' -palabro asturiano-, como niños que han tomado demasiado azúcar, deciden grabar un vídeo en el que saltan desde un tejado para partir en dos una mesa de picnic de un trastazo con el lomo? Si menciono guiris despanzurrados haciendo 'balconing', ¿a alguien le cabría en la cabeza que me estuviera refiriendo a una mujer? Imposible.

Louis CK, el genio destruido al que tanto echo de menos, reflexionaba en uno de sus monólogos sobre la diferencia sexual que parece brotar en la más tierna infancia. Decía que los niños te destrozan la casas haciendo el bestia mientras que las niñas te destrozan a ti por dentro con tres frases retorcidas. Burricie plana y malicia destilada: el impulso de la destrucción nos conduce por caminos diferentes.

En uno de los vídeos de esa cuenta de Twitter, dos niños de 4 añitos se graban tirándose por unas escaleras, con gran deleite, metidos dentro de una caja de plástico. En otro, son adultos los que construyen un cañón gigante y disparan a uno de sus amigos dentro de un cubo de basura. Lo sacan medio muerto, qué raro, y aquí está lo más interesante: yo veo el vídeo con media sonrisa o a carcajadas; mi mujer, con una sensata mezcla de desprecio, asco y espanto. Normal que ellas mueran menos.