La reforma fiscal catalana

¡Viva Pilar Rahola!

Gracias a la comunicadora hemos sabido que su revolución era la de aquellos que, teniendo más, no tienen ningunas ganas de contribuir al bienestar del conjunto de la ciudadanía

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Paola Lo Cascio

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En poco más de dos minutos, Pilar Rahola ha hecho más servicio a la sociedad catalana que casi en toda su dilatada carrera, primero de dirigente política y después de comunicadora omnipresente al sistema mediático catalán.

El ataque furibundo de Rahola al preacuerdo sobre fiscalidad firmado esta semana entre el Govern (y concretamente, ERC) y los 'comuns' es revelador de toda una cosmovisión que ha tenido y tiene un predicamento realmente excepcional entre una parte del independentismo

Empezando por la definición de ese concepto tan polisémico que es el de "clase media": según Pilar Rahola, que gana más de 90.000 euros al año, es clase media, en un país donde -según datos del Idescat- la renta por hogar supera de poco los 30.000 euros y donde un 21,3% de la población está en riesgo de pobreza.

Continuando por la absoluta extrañeza con la que trata el objeto real del preacuerdo firmado: en ningún momento hace referencia al hecho de que el posible aumento de los ingresos servirán no solo para redistribuir la riqueza sino para financiar toda una serie de servicios esenciales para toda la ciudadanía, de los que se beneficiarán también los integrantes de la mítica clase media de acepción 'raholesca'.

Y terminando por el hecho de que, en los fatídicos dos minutos, lejos de hacer ningún tipo de reflexión sobre los efectos de la crisis y las políticas de austeridad, echa la 'culpa' del posible aumento de la presión fiscal a los políticos, que en tantos años no han sido capaces de solucionar el llamado "déficit fiscal" (como si otras comunidades no tuvieran también problemas de financiación) y exhibiendo de una tacada un perfil profundamente populista, recuperando -de forma implícita, eso sí- aquellas sugerencias del "España nos roba" tan propias de su dilatada militancia política.

Todos los tópicos neoliberales

Pero el servicio no se ha limitado a eso. La exhibición de Pilar Rahola ha generado un fuerte debate en la prensa y sobre todo en la red. Mientras una parte del independentismo digital ha apoyado el acuerdo, no han sido pocas las voces que han apoyado las opiniones de Pilar nacional. Algunas muy 'autorizadas': el economista Xavier Sala i Martín, tras atacar a la alcaldesa de Barcelona por un tuit de apoyo al preacuerdo, ha hecho un larguísimo hilo que resumidamente recupera todos los tópicos de los neoliberales 'nostrats': desde el ataque al impuesto de sucesiones hasta la acusación de querer una subida de impuestos ilimitada porque las izquierdas en el fondo piensan que los ricos son malos por naturaleza. Otras voces, tal vez autorizadas en otros campos, y con un destacable predicamento en la red, han ido más allá, incluso de forma involuntaria. Es el caso de Josep M. Mainat, que con más de 130 mil seguidoresJosep M. Mainat, razonaba sobre si era justa la propuesta de subida del IRPF, preguntándose si la clase media afectada por la posible reforma cumplía con algunas condiciones: "¿Cuántos hijos? ¿Qué edades? ¿Qué escuelas? ¿Qué actividades extraescolares? ¿Qué mutua? ¿Qué seguros? ¿Algún hijo estudia en el extranjero? ¿Qué ayuda en el hogar necesitan? ¿Qué coches? ¿Qué hipoteca? ¿Van a esquiar? ¿Tienen segunda residencia? ¿Tienen el sueldo asegurado?".

Retrato preciso de un sector social

Salía un retrato preciso de todo un sector social al que o bien no le importa o bien desconoce que mucha parte de la clase media catalana real después de la sacudida de la crisis y de la austeridad no tiene hijos porque no los puede mantener, que si tiene los envía a la escuela pública, que no siempre puede permitirse actividades extraescolares ni enviarlos a estudiar al extranjero, que va al CAP y no tiene mutua o seguro, que está de alquiler, que no tiene coche, no va a esquiar ni tiene segunda residencia y que trabaja con contratos precarios y mal pagados.

Todo ello en dos minutos: emergía así de forma nítida el perfil de aquellos que han proclamado a diestro y siniestro en los últimos años que la suya era una revolución. Y que muchos han seguido sin preguntarse demasiado de qué tipo de revolución se trataba.

Ahora, y gracias a Pilar Rahola, lo hemos sabido: era la revolución de aquellos que, teniendo más, no tienen ningunas ganas de contribuir al bienestar del conjunto de la ciudadanía.

Gracias por tanto, Pilar. Por una vez parece que ha sido útil que, a través de aquellos impuestos considerados así de injustos y que sirven también para pagar la televisión pública, la ciudadanía te haya dado la oportunidad de decirnos con claridad cuál es la tu revolución.