Dos miradas

Belenes

El primer belén, un pesebre viviente, fue una idea de Francisco de Asís, el 'poverello'

Imagen del belén de la iglesia de Claremont para denunciar el trato de EEUU a los migrantes.

Imagen del belén de la iglesia de Claremont para denunciar el trato de EEUU a los migrantes. / periodico

Josep Maria Fonalleras

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El primer belén fue, de hecho, un pesebre viviente, aunque los únicos que actuaban eran un buey y una mula. Fue una idea de Francisco de Asís, el 'poverello', con la producción a cargo de un tal Giovanni, vecino de Greccio. Con los siglos, aquella representación se convirtió, como ha dicho recientemente el papa Francisco, en un 'admirabile signum', es decir, un signo admirable, "un ejercicio de fantasía creativa".

Lo compruebo en una exposición de dioramas, en una antigua carbonera. Se dan las condiciones necesarias para un belén. La representación de la escena bíblica, la visualización de la Palabra encarnada y el acercamiento del símbolo a la realidad del país. Me dicen, los belenistas, que caminan por el bosque y, de repente, cuando encuentran una casa en ruinas o una antigua iglesia escondida, piensan en el escenario de su trabajo paciente y delicado. El signo admirable que, a veces, no representa solo la escena del establo, sino una nueva realidad. Lo han hecho en Claremont, en Estados Unidos, con los emigrantes María, José y Jesús encerrados en jaulas, y lo ha hecho Banksy, en Belén, con el telón de fondo del muro israelí, agujereado por un obús que parece una estrella.

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