Crisis política en EEUU

Paripé de destitución

Trump saldrá vivo del Senado, seguirá como presidente hasta el final de su mandato y tiene muchas posibilidades de ser reelegido

donald trump

donald trump / periodico

Ramón Lobo

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El 'impeachment' aprobado por la Cámara de Representantes no servirá de nada: Donald Trump saldrá vivo del Senado, seguirá como presidente hasta el final de su mandato y tal como están las cosas tiene muchas posibilidades de ser reelegido. Los demócratas le acusan de abuso de poder y obstrucción a la justicia, pese a que hay posibles delitos más graves en los que fijarse. Su política migratoria, la venta de armas a violadores de los derechos humanos, las guerras de Siria y Yemen y la alianza acrítica con Arabia Saudí han causado más muertos que Ucrania.

Lyndon B. Johnson mandó lanzar napalm en los años 60 sobre las selvas de Vietnam, y Richard Nixon llenó Latinoamérica de dictadores y desaparecidos. A él no le derrotaron los muertos en Chile o Argentina, dimitió por mentir en el caso Watergate. La clave no es tanto el delito, sino la tolerancia ambiental en el que se produce: qué es aceptable en la defensa de los intereses de un país. ¿Lo fue la invasión de Irak de George W. Bush o la guerra de Afganistán repleta de mentiras y muertes de civiles, ahora reveladas por 'The Washington Post'? Hay una cita que se atribuye a De Gaulle pero que figura en el Evangelio de San Mateo: “No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha”.

En estos tiempos confusos, en los que Trump es más efecto que causa, el estándar es tan bajo que ya no se distingue la verdad de la mentira. Es grave porque afecta a los fundamentos de la democracia y a la separación de poderes. El Senado controlado por los republicanos se dispone a interpretar (si no lo remedia Nancy Pelosi, que retiene el anuncio oficial de 'impeachment') una parodia en la que Trump va a dictar el procedimiento, que incluye el veto a testigos, o a personas como John Bolton, un ultraconservador que no tiene filtro, y que salió de mala manera de la Casa Blanca. Quizá siempre fue así: los intereses individuales y de partido por encima del bien común y de la Constitución, pero al menos se mantenían las formas.

Obligación moral

Los demócratas dominan la Cámara Baja, la que puso en marcha el 'impeachment' solo con sus votos. Dicen que actuaron movidos por una obligación moral con la historia de su país y con las personas que dieron la vida por defender sus ideales en las guerras mundiales, para dejar claro que nadie está por encima de la ley, ni siquiera el presidente. Para que conste en acta hasta que llegue el día en el que se pueda reescribir la historia y el papel de cada uno.

La pregunta es si estos mismos demócratas habrían actuado con similar firmeza si el abuso de poder afectara a uno de los suyos. Tenemos el precedente de Bill Clinton, también sometido a un proceso de destitución por el caso Lewinsky en febrero de 1999. Ningún demócrata votó a favor de su salida de la Casa Blanca. Fueron un bloque, como ahora los republicanos. Mientras examinaban los cargos --abuso de poder y perjurio--, en Sierra Leona morían miles de personas en una guerra civil alimentada por el tráfico de diamantes. Nadie hizo nada por evitarlo.

La audiencia antes que la verdad

Sería interesante determinar cuándo desaparecieron la verdad y los hechos demostrables de la política y, de cierto tipo de periodismo dedicado más a generar conmoción y audiencia que a pelear por la verdad. Tienen mucho que ver las redes sociales y la crisis económica que arrancó en el 2008, y cuyos efectos no terminan nunca para el 99% de la población. La mentira fluye de manera masiva en canales manipulables que han reemplazado a periodistas, jueces y fiscales. Desaparecieron los contrapesos sociales y están a punto de desaparecer los constitucionales, y no solo en EEUU. Disponemos de más información de calidad que nunca, pero la sociedad está más desinformada. La propaganda se viste de noticias y las noticias se venden como si fuera propaganda. Lo insustancial sustituyó a lo importante.

Trump saldrá reforzado de su no-proceso de destitución, se presentará como una víctima del sistema que encarna y protege, y ganará las elecciones de noviembre del 2020 salvo milagro. Los demócratas carecen de un político capaz de jugar como Trump, de bajar al barro y pelear con malas artes. Quizá Bernie Sanders, más por discurso que por carácter. El problema de discutir con un marrullero es que hay que descender a su nivel, y en ese nivel tiene ventaja.

Estos días se han producido protestas en todo el país a favor del 'impeachment'. Quedan bien el televisión, pero no olvidemos que el votante de Trump le perdona todo. Es la política vivida como una secta. Se llama posdemocracia y somos parte de ella.