Presupuestos y fiscalidad en Catalunya

Los 'comuns' Jessica Albiach y David Cid (izquierda) frente a Pere Aragonès, Albert Castellanos y Meritxell Massó, negocian los presupuestos, en una imagen del 2018.

Los 'comuns' Jessica Albiach y David Cid (izquierda) frente a Pere Aragonès, Albert Castellanos y Meritxell Massó, negocian los presupuestos, en una imagen del 2018. / periodico

Jordi Alberich

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El camino hacia los presupuestos de la Generalitat para 2020 ha empezado con una subida de impuestos acordada entre Govern Comuns. Un acuerdo que incorpora un nuevo tributo medioambiental y afecta a diversos ya existentes: IRPF, sucesiones, transmisiones patrimoniales, pisos vacíos, hoteles y bebidas azucaradas. Con el mismo se espera ingresar 543 millones de euros adicionales para, según sus impulsores, “ayudar a los que menos tienen por la vía de quién más tenga, más contribuya”. Un objetivo loable y cargado de voluntarismo, pero que difícilmente se alcanzará con estas medidas, de entre las cuales destacan tres, ya sea por su impacto en los ingresos o por su significación política: imposición medioambiental, sucesiones IRPF.

Los nuevos tributos verdes responden al signo de los tiempos y fiscalizan la energía eléctrica así como aspectos de la telefonía y la telemática, con una recaudación estimada de 150 millones de euros. Sin embargo, el gran objetivo a medio plazo no se sitúa tanto en el nivel de recaudación, como en conformar un modelo fiscal verde coherente con una nueva manera de entender la actividad productiva y la vida cotidiana, en línea con lo que se ha venido abordando estos días en la Cumbre del Clima. Por ello, el nuevo ingreso tiene sentido en la medida que incorpore una contrapartida de gasto, a favor de ese tránsito hacia una economía más sostenible.

Por su parte, sucesiones se modifica de manera que las herencias superiores al medio millón de euros verán incrementar su tipo impositivo, aportando unos 190 millones de euros de mayor recaudación. Finalmente, el aumento del tipo del IRPF sobre aquellas rentas que superen los 90.000 euros incidirá en muy menor medida en la recaudación total.

Al margen de las lecturas políticas del acuerdo, la reforma se desarrolla a partir de unas consideraciones alejadas de la realidad. Así, ni las grandes rentas tributan por IRPF ni las grandes herencias lo hacen por sucesiones. La subida impositiva recae sobre la clase media acomodada, pero no sobre aquellos que más tienen, y a los que la elusión fiscal les resulta relativamente sencilla. Un sinsentido y una insolencia del sistema que sólo se evitaría con una homogeneización impositiva en toda la Unión Europea y, de manera complementaria, con una revisión de la caótica e incomprensible competencia fiscal entre Comunidades Autónomas en impuestos como sucesiones y patrimonio. Mientras no se avance en esta línea, un incremento notable de la recaudación sólo puede venir de una lucha decidida contra economía sumergida.

Todo ello va más allá de las competencias de una comunidad como Catalunya y limita su capacidad para unos mayores ingresos. Pero para una mejor atención a los más desfavorecidosy un mayor estímulo de la actividad empresarialla clave es una buena gestión de las competencias de que ya se dispone, algo que no ha sido prioritario desde hace años. En estas circunstancias, de poco o nada servirán los cambios impositivos que se anuncian.