El conflicto catalán

De Pujol al 'procés' (y viceversa)

Entre las lecturas del 'president' se encuentran unas declaraciones del politólogo Rodríguez Teruel: "Todos los descendientes del 'procés' acabarán volviendo a Pujol"

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Rafael Jorba

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En medio del regate corto de los pactos de investidura, se impone una mirada larga, retrospectiva y prospectiva, sobre el ‘procés’ y el papel de la minoría catalana de turno en la gobernabilidad de España: primero CiU y ahora ERC. La republicana Marta Vilalta, miembro del equipo negociador con el PSOE y el PSC -Salvador Illa se sienta al otro lado de la mesa-, se ha desmarcado del compromiso histórico del pujolismo con la estabilidad de España: “No estamos aquí para negociar el ‘peix al cove’ (la célebre expresión de Jordi Pujol). Esos tiempos ya han pasado”.

ERC no quiere más peces sino el cesto entero. El problema está en que, como ha evidenciado el ‘procés’, la minoría catalana no es lo bastante fuerte para conseguir la independencia, pero sí para bloquear la gobernabilidad de España. El politólogo Juan Rodríguez Teruel, en una entrevista a Crónica Global (27/X/2019), dibujaba un marco más complejo que el descrito por Vilalta: el independentismo chocó con la pluralidad interna de la sociedad catalana y el españolismo con la diversidad española.

“Tras estos fracasos, y el consecuente tiempo de transición ‘post-procés’, hay una vía posible para que, tarde o temprano, volvamos a la obligación de articular mayorías cruzadas que reduzcan la polarización soberanista. Curiosamente, eso implicará una recuperación de los discursos de Pujol y de Maragall.  [...] El ‘procés’ es también un fracaso temporal del nacionalismo más genuinamente pujolista. Pero todos los descendientes del ‘procés’ acabarán volviendo a Pujol”, apuntaba.

Este posibilismo de Pujol -definido despectivamente como la política de “la puta i la Ramoneta”- es según Rodríguez Teruel la estrategia más razonable para forjar mayorías en las sociedades plurales. ¿Significa esto que el ‘president’ Pujol no es independentista? La respuesta es equívoca. Uno de sus directos colaboradores en su etapa como presidente me explicó que Pujol decía que no era independentista, pero que en la práctica actuaba siguiendo una máxima de los políticos franceses de la Tercera República tras la pérdida de la Alsacia y la Lorena: “Pensons-y toujours, n’en parlons jamais” (pensemos siempre en ello, no hablemos nunca de ello).

'Peix al cove'

¿Qué piensa ahora Jordi Pujol? El ‘president’ guarda silencio; es su forma de expiar las culpas. Lee y escribe. Entre sus lecturas recientes se encuentra la entrevista de Rodríguez Teruel. “No se puede gobernar una España democrática sin Cataluña, como ha demostrado cada período democrático de los últimos dos siglos. La inestabilidad gubernamental de los últimos cinco años está causada, en buena medida, por el desajuste de esa integración”, argumenta este politólogo.

El pensamiento complejo de Pujol se articula en una constatación -Catalunya no tiene fuerza suficiente para lograr la independencia, pero sí para dificultar la buena marcha de España-, una práctica -el camino intermedio, es decir, la política de ‘peix al cove’- y una prioridad: Catalunya tiene un problema de financiación, pero el problema central es la identidad. Ya en la negociación del Estatut de 1979, Adolfo Suárez acuñó una fórmula: para los vascos, el concierto; para los catalanes, la lengua.

El independentismo chocó con la pluralidad interna de la sociedad catalana y el españolismo con la diversidad española 

El ‘president Pujol’, a diferencia de los bisoños dirigentes del ‘procés’, no despreciaba a España. Lo dijo en su día, tras la caída del muro de Berlín y la independencia de las repúblicas bálticas: “Catalunya es como Lituania, pero España no es la Unión Soviética”. La inexperiencia es también un déficit de los actuales políticos españoles. Si el independentismo minusvaloró la fuerza del Estado, el españolismo despreció la fuerza de la catalanidad.

“En Catalunya nunca habrá tiros, pero democráticamente son capaces de poner al Estado español contra la pared”, declaró Alberto Oliart en agosto del 2010 sobre la principal diferencia entre el nacionalismo catalán y vasco. Pujol conoce su trayectoria: Oliart Saussol, ministro de Defensa (UCD) tras el 23-F, estudió Derecho en Barcelona durante la posguerra y fue amigo de catalanes ilustres: Barral, Raventós, Ainaud, Casares... Este último, histórico militante socialista, desvela en sus memorias las gestiones que Oliart, entonces abogado del Estado en Madrid, hizo para asegurar la defensa de los dirigentes del MSC detenidos en 1958: “Oliart me ofreció su casa y me dio una inestimable muestra de amistad y de solidaridad”.

La amistad y la solidaridad, desde posiciones diversas, que se echan en falta en las relaciones entre Catalunya y el resto de España. Mientras tanto, los que desprecian el ‘peix al cove’ se pueden quedar sin peces y sin cesto.