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Te lo dije en 'Los Simpson'

Simpsons galactico

Simpsons galactico / periodico

Miqui Otero

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Cada vez que alcanzamos la fecha que planteó una novela o una película de ciencia-ficción, nos da por evaluar si el futuro ya está aquí.

Hace unas semanas nos plantamos en la fecha en la que estaba ambientada 'Blade Runner' y, además, se cumplían 30 años del estreno de 'Regreso al futuro II'. Perdidos en nuestra nostalgia, nos pusimos a pensar que aún no calzábamos unas Nike con robocordones pero que, sin embargo, sí podíamos dar órdenes a nuestros electrodomésticos.

La serie no solo adivina a gran escala, como una pitonisa global, sino también a pequeña, como una galleta china

Si el futuro ya está aquí o no depende quién lo mire. Un 'millennial' en precario dirá que el futuro no tiene futuro y alguien más mayor y acomodado afirmará que el futuro ya no es lo que era. Pero unos y otros convendrán en que quien mejor lo predijo no fue Orwell, sino 'Los Simpson'.

'Los Simpson' también cumplen 30 años en antena esta misma semana y ahí está la Piedra de Rosetta de la idiocia de nuestra civilización. En marzo del año 2000 formulan que Donald Trump ha sido presidente de Estados Unidos. En el 2007 Lisa da un discurso enfurecido ante su clase alertando de la degradación del medio ambiente con la misma retórica huracanada, y gesto iracundo, de Greta Thumberg. Incluso adelantaron que un político en apuros (sea el alcalde mafioso de Springfield o Albert Rivera) siempre recurrirá a un caniche para salvar los barcos. 

La magia de 'Los Simpson' es que no solo adivina a gran escala, como una pitonisa global, sino también a pequeña, como una galleta china. Predijeron el abrupto final de 'Juego de Tronos', el icónico videoclip de Miley Cyrus o que Estados Unidos ganaría unos juegos olímpicos de invierno a Suecia en la categoría de curling.

Lo que olvidamos es que la ambición de las ficciones futuristas no es ponerse a acertar qué vendrá como en un juego de mesa, sino plantear un escenario precisamente para fallar en el pronóstico, para intentar que este no se cumpla. Y que nosotros, los que las leemos y vemos, las podemos usar para intentar cambiar lo que plantean y no para comportarnos como ese cuñado baboso en la cena de Navidad que, ante la desgracia de otro familiar, insiste en farfullar: "Te lo dije".